Al cambiarse el enfoque arriba mencionado también se
distorsionó la visión del ser individual y social cambiando a "atender" y
"entender" todo en términos de sistemas.
Un sistema es una idealización de formas intelectuales y
físicas en las cuales las voluntades adhieren y aceptan que tal cosa
es así, que tales cosas deben realizarse o verse de una determinada manera.
Los sistemas creados por esas idealizaciones y aceptados
por esas voluntades son en verdad reificaciones
-idealizaciones, abstracciones- que se toman como concretas y reales, pero
que jamás lo son ni jamás lo van a poder ser, básicamente por su propia
esencia que rechaza natural-mente cualquier cambio de estado. Solo en la
mente humana se produce la transformación de idealización a real.
Esos acuerdos de voluntades fijan los sistemas como entes
concretos y reales y las culturas los educan de esa manera, aunque en
realidad son y seguirán siendo abstracciones. Hablamos de los sistemas como
acuerdos de voluntades y no de los sistemas físicos de la naturaleza.
Todo se transforma en un ya no es "lo que es": un
individuo, una sociedad, un grupo, sino que ES lo que algunos han
decidido que sea. Así la cosa y este manejo intelectual se perpetúan en
el tiempo y perfila sus propias necesidades, sus recursos y sus
satisfacciones en función a ese algo convencionalizado entre las
voluntades que lo moldearon pero que está muy lejos de la realidad
individual y social que las sufre.
La economía nueva debe volver a enfocar al ser
individual, escucharlo, observarlo y rediseñar las formas en que lo va a
alimentar, lo va a vestir, lo va a cuidar. Deben trabajarse nuevas
formas de relaciones económicas viendo al hombre como hombre, a la
mujer como mujer y a la sociedad como sociedad, para poder
hacerlo debe descubrir sus nuevos enfoques en el resto de las
disciplinas sociales y del pensamiento humano y de la naturaleza también.
