Siempre fue el ser humano, su necesidad,
su esfuerzo para satisfacerse y su proyección a tener en depósito
para cuando el tiempo o las circunstancias no le dieran lo que necesitaba.
Este fue el sentido de la construcción natural de cualquier economía. Con el
tiempo ese hombre y esa mujer avanzaron y perfeccionaron los procesos de
abastecimiento y construyeron mecanismos, quehaceres y teorías para
estabilizar y perpetuar sus logros.
Así tenemos la visión del recolector, del agricultor, del
nómada, del sedentarismo, de la ganadería, de la industrialización, y nace
también el mercantilismo, el capitalismo, hoy el financismo.
Es por la complejidad y la apertura del proceso económico
actual que lo que antes era fácil de ver hoy esté muy remoto y perdido en
los tiempos y en las formas del progreso.
¿Por qué no se puede ver y aplicar íntegramente y
primordialmente al ser humano y a sus necesidades que son el origen, el
medio y el fin de todo proceso económico?
¿Por qué no se pueden ver las necesidades reales y
no las impuestas o las que le convienen a determinadas personas o grupos?
¿Por qué el enorme despilfarro en productos y servicios
conviviendo con la miseria y la indigencia de miles de millones de
semejantes?
¿Por qué todo es producto y el ser humano brilla por
su ausencia en la relación entre ambos?
No es difícil responder: es más fácil para la economía
manejar productos, bienes y servicios que escuchar, participar e intervenir
en el proceso de desarrollo de las personas y de sus necesidades. Lo primero
son variables fáciles de crear y controlar, previsibles, mientras que las
personas y sus necesidades son siempre cambiantes, fluctuantes, imprevisibles,
para la economía política, mucho más para la política económica
actual.
Es fácil manejar variables de laboratorio es muy difícil
manejar variables de campo: potencialidades, actitudes y conductas,
ilusiones y fantasías, éste es por excelencia un experimento real con
variables libres y dinámicas... de campo.
La economía, en vez, visualiza al ser humano como
un recurso más -es producto- es recurso humano, simple, frío, vacío
de sentimientos, vacío de valores y de principios, vacío de hambre, de
recuerdos, de historia y vacío de importancia. Su esfuerzo no es sacrificio,
no es entrega, no es dedicación, perseverancia, relaciones y humanidad; su
servicio es simple dinero, tanto por tanto más, o tanto por tanto menos.
Esta economía no entiende de sangre, de sudor, de lágrimas, de desvelos, de
sufrimiento, casi no entiende de nada de lo que es el Ser que es quien
le da sentido y que la piensa.
La economía ha reducido las calidades humanas, la
importancia que las personas tienen como origen, medio y fin de todos
sus procesos y las ha reducido a ser un número, uno más de los
números que manejan los economistas. Somos una estadística que se puede
trabajar, moldear, cambiar y ajustar porque está vacía de todas sus
condiciones innatas y así vacía se ajusta a las necesidades de la economía,
sin importar las necesidades reales que tienen ya que éstas son objeto de
otras ciencias sociales. Estúpido ¿no?
La economía DEBE recuperar su sentido de ser y de
pertenecer al marco de lo humano, sino debe desaparecer por haber
perdido su "objeto" y función esencial.
Ha dejado de ser institución de para ser simple
pensamiento especulativo, simple filosofía y simple matemática. Pensamientos
de unos pocos que lucran y viven de sus propias maquinaciones tratando de
sacarle el jugo con lo que les dictan sus mentes a toda oportunidad
que tienen para ayudarse entre sí para idear una nueva y jugosa jugada
financiera más, sin ver lo esencial de la relación con la cual se encuentran
y conviven: el ser humano, semejantes a ellos mismos, y sus necesidades
insatisfechas: indigencia, vacío y olvido por doquier.