Y el último punto de este encadenamiento analítico es
cambiar de lo concreto a la especulación.
La vorágine cotidiana, los miedos a perderlo todo, las
ilusiones creadas con los impactos mediáticos que a diario nos invaden y
otras cosas más arrancan a la persona de la tierra y la hacen levitar
continuamente centímetros más arriba, algunos vuelan metros por sobre el
resto. Este estado de levitación induce al ser a cambiar su observación de
la vida -que está abajo- y para mantener este estado de suspensión
etérica especula.
Especula con mundos por venir, por situaciones por
conseguir. Especula sobre futuros próximos y cuando la especulación muestra
sus realidades sus resultados la persona entra en un estado de euforia: de
extrema alegría o profunda desilusión. La reiteración de estos estados,
estos picos ciclotímicos llegan a un punto en donde la frecuencia explota
hacia arriba o hacia abajo, afectándolo todo: al ser activo, a su grupo
familiar, a la empresa.
El éxito sobre bases concretas de esfuerzos y realización
es sano, la competencia con conciencia de que los competidores son un complemento
necesario para seguir compartiendo también, las ilusiones de progreso desde
logros efectivos impulsan en el sentido deseado son sanas, pero la
especulación como actitud de desarrollo, aunque rinda, produce más
daños colaterales al individuo y a la sociedad que todos los avances que se
crean conseguir.
Muchos se han alejado del marco de la realidad concreta y
entraron en el campo de la idealidad especulativa total.
Es tiempo de retornar y utilizar todo el poder de la
ilusión en sentido positivo hablando y actuando en comunidad con cosas
concretas que produzcan resultados concretos en una economía real en
beneficio de todos.
Para concluir el perfil actual de la economía es
que considera a todo producto, que estos productos se crean y
producen para un sistema global reificado, que todo esto se realiza
en función de un concepto de desarrollo que da respuesta a una
idealidad de lo que es lo que algunos perciben como realidad y que
constituye una absoluta fantasía de un futuro tal-vez jamás
alcanzable y que es la conclusión de todo un sistema de especulaciones
de proporciones monumentales.
Cuál es entonces la economía que queremos construir, cuál
es el paisaje hacia el cuál debemos tender: debemos hacer que la
economía vea al ser humano, como individuo y como sociedad
y que lo ayude a conseguir una satisfacción plena de sus necesidades
dando respuesta a las preguntas que las distintas realidades
le plantean desde lo real de cada cultura y de cada circunstancia
humana y ambiental preexistente o construida.
La economía debe comprenderse en creación y producción
sobre el tiempo actual y presente que se vive y en términos
absolutamente concretos y ciertos de realización.
Ni la definición del perfil ni la del
paisaje hacia el cual debemos tender son absolutas, y muy lejos
estamos de considera a una mala y a la otra buena, sino que se
expusieron para mostrar el desorden que en lo profundo e intrínseco de un
accionar general y universalizado genera desperdicios, abusos,
ineficiencias y potencialidades no utilizadas que no se contabilizan
porque la economía actual descarta y niega intencionalmente el todo
humano y ambiental asumiéndose solo en la parte que le conviene:
"los bienes escasos y sus formas de explotarlos".
La economía debe trabajar sobre la abundancia, abundancia
de recursos -todos- abundancia de ingenio humano -de todos- abundancia de
intenciones y potencias contenidas -y hasta excluidas con alevosía y
premeditación- condiciones todas dispuestas a ganarse el futuro elevándose
desde las miserias en las que la han hecho caer.