Creo que la claridad de lo expuesto no deja dudas que
vamos en pos de una profunda transformación de la económica como
disciplina que debe producir un ajuste hacia lo humano, hacia lo que
realmente siente y percibe y hacia una dimensión completamente distinta de
las necesidades que tiene o que le presentan en la actualidad.
Solo podremos vislumbrar un mundo mejor si lo ajustamos a
los minúsculos cambios en actitudes y en conductas, en consciencia y en
reglas de convivencia que deberemos ir asumiendo cada uno y todos para que
ese mundo sea un mundo Real. Un mundo cada vez más consistente
con lo humano y algo más alejado del mundo de fantasías e ilusiones que se
ha construido alrededor nuestro.
Comprendernos en el mundo real sabiendo, también, que
hemos creado infinidad de mundos virtuales que son eso: mundos
virtuales.
Trabajar desde la educación funcional para
tener claro y bien definido en donde está la Realidad y en donde
comienza la Fantasía, qué es REAL y que es VIRTUAL, cuál es la
diferencia entre lo imaginario y lo virtual, estado nuevo con el que
debemos aprender a convivir.
Somos concretud y nuestras relaciones y necesidades se
dan en el mundo real, aunque juguemos con la vida y con la muerte en los
mundos virtuales, las cosas que no producimos para satisfacer inmediatamente
al que las necesita son causa de una vida en desventaja que no
puede volver a repetirse y de una muerte indefectible cuyo ser ido jamás
vamos a poder volver a conectar. Esta pérdida humana o el estado de
minusvalía existencial no se compensa con la explosión demográfica,
porque cada uno es exclusivo y único. Si no lo entendemos así nada de lo que
creemos que somos es.
Ser creativos y productivos para construir la realidad de
las cosas como son y como nos afectan para poder activarnos trabajando y
estudiando en función de ellas y no de fantasías que se nos cruzan en el
camino de la realización efectiva, eficiente y REAL.