Los dos elementos originarios y genuinos de riquezas: la
actividad del ser humano y "el bien" de la tierra, ambos tienen dos
afectaciones directas y permanentes a su propia existencia: el lugar y el
tiempo.
Por un lado la tierra dispone del 100% de la distribución
de su espacio, la variable lugar le pertenece en su totalidad, pero debe
aceptar el valor tiempo de manera natural y sin poder moverse ni cambiar de
lugar.
Cuando el tiempo llega a un determinado lugar, las
circunstancias se producen sí o sí de acuerdo a su propia imposición.
Así es como La Tierra es la Reina del Lugar, pero
la Esclava del Tiempo.
Pero el Ser Humano es, por su condición existencial,
el Rey del Tiempo y del Lugar. Su movilidad fáctica de lugar en
lugar, el manejo de su esfuerzo y de su existir de acuerdo a cuánto y cómo
lo va a desarrollar hace que posea, también, control sobre Su Tiempo.
Pareciera que la ecuación que tiene al ser humano como
protagonista es perfecta, ya que está en control casi absoluto de su propio
lugar y de su propio tiempo.
Pero dijimos pareciera porque la vida es muy sabia
en distribución de valores, lo que le sobra a uno, le falta al otro: lo
que se bendice en un momento es una catástrofe en otro.
La contra cara de ese control supremo sobre las variables
Tiempo y Lugar que tiene el ser humano es que: piensa.
Y lo infinitamente peor aún es que piensa tanto que se excede en
los límites de hasta donde le correspondería pensar.
El Ser Humano piensa en términos de lugar, de cuál es Su
mejor lugar, y deambula, muchas veces sin rumbo, buscando dónde asentar
nuevas raíces y busca suelos fértiles donde crecer. Y cuando cree que
encontró ese suelo y comenzó a comprenderlo, ya es tarde, muere y la
decisión de arraigo cuenta para su descendencia, ya no es más para él o
por ella, ahora es para los suyos.
Todo sigue, entonces, desde punto cero, un nuevo lugar
que es el lugar del otro de su descendencia.
A la vez piensa que puede manejar sus propios tiempos
y va en busca de agilizarlos, de contenerlos, de expandirlos, en fin, de
controlarlos.
Este hombre, esta mujer no sabe que sus tiempos también
perecen, o que los tiempos de la naturaleza son tiempos que no puede
controlar, o que si los controla la naturaleza se cobra sus sacrificios con
otra moneda, con otros equilibrios existenciales que el abusador/a
ni siquiera se imagina cómo, ni cuándo, ni cuánto es lo que la naturaleza se
va a tomar como crédito.
Tiempo y lugar hacen a la acción, al financismo, al
capitalismo y a todo lo económico que nos ocupa hoy, y hace profundamente a
todo ello como comenzaremos a ver.