Existe una exteriorización marcada entre el carácter de
un pueblo y de otro, pudiendo estereotipar algunos como siendo de sangre
fría y otros de sangre caliente, valga la mala comparación que estoy
haciendo.
Digamos que los pueblos de sangre fría, no los
identifiquemos, construyen sus vidas desde la razón, desde el orden
establecido y desde las matemáticas como lógicas a seguir; mientras que los
de sangre caliente se lanzan a la vida sin mucho orden, a la vida sin reglas
o imponiendo las reglas circunstanciales de cada uno, viven desde lo que
sienten mucho más que desde lo que piensan. Así, cada lector/a va a poder
poner en un universo u otro a quién le plazca.
La economía con la que vivimos viene de las ideas y
principios de pueblos fríos, se armó sobre reglas no tan bien definidas,
pero reglas al fin. Se trató de ordenar en formas lógicas y esquemáticas y
se puso a todo el mundo dentro de ellas... para que las cumplieran. El mundo
de hoy es eso: un contenedor pensado, diseñado y formalizado para que todo
el mundo lo cumpla así como está.
Es dios: la constitución nacional, sin cuyo endiosamiento
no se puede ni siquiera uno imaginar vivir, sin embargo, nadie para los que
fue diseñada la constitución la cumple: funcionarios públicos.
Es dios: la institución madre de cualquiera que trabaja
en ellas, sin embargo nadie discute ni cambia nada cuando ve que esa
institución "madre" sirve a otros intereses y está haciendo agua por
doquier: las instituciones públicas.
Es dios: la justicia, aunque no funcione, los congresos
nacionales y provinciales, aunque no funcionen, y muchas otras cosas,
abstractas todas, aunque no funcionen, pero sigue todo estando. Loco ¿No?
Imaginemos en la economía real una panadería que venda
pan en mal estado, o un constructor al que se le venga en banda toda la
construcción mientras la está haciendo, o millones de cosas más que son las
que una a una, llamamos parte de la economía real, la de todos los días.
Y ahora miremos también qué estamos proponiendo desde
estas páginas: abrir el juego de la economía a todo lo que sea humano, a
todo. Y como lo que es humano pasa mayormente por la sangre caliente, ahí
tenemos el desafío. Nacer de un universo con pocas reglas, todo listo para
comenzar a ordenar. A esto lo llamamos medios alternativos. Partir del
sentido común de la gente de la calle y construir ladrillo por ladrillo un
nuevo andamiaje colectivo y universal para la satisfacción de necesidades.
Creo que lo de sangre fría y de sangre caliente vale muy
bien como ejemplo. Dejemos de lado la economía de sangre fría -el financismo
en especial- y embarquémonos en una relación económica de sangre caliente.
La ebullición de lo caliente va a darnos
nuevas creaciones sobre las cuales construir el mundo del mañana.