Calidades y precios. Valor de uso y valor de cambio.
Oportunidad o extemporaneidad en la convergencia entre la necesidad y la
cosa que la satisface. Cuando se debe negociar hay una cantidad de variables
a considerar que a muchos se les hace harto difícil y se lanzan con: ¡No, yo
no soy un buen comerciante!, ó ¡Esto no es para mí! Y uno va y compra.
Sin embargo, existen cientos de millones de personas que
sí son comerciantes y a las que les encanta comprar y vender, regatear y
buscar precios, pelear los centavos y encontrarle "la quinta pata al gato"
para decirle al vendedor ¡vio, yo tenía razón, este gato viene con defecto!
y así llevárselo a un mejor precio.
Desde hace unos 100 años, el precio fijo se metió en la
economía del mundo de la mano de alguien del país del norte y ganó tanto
terreno que salir a comprar se transformó en salir a abastecerse.
Muchos dan por sentado que el precio escrito es un precio
fijo y jamás lo pelean, jamás lo discuten.
Otros, donde hay un precio fijo se meten, gritan,
hacen teatro y mil cosas más para ganarle al precio fijo -y al vendedor-
y salirse con la suya: llevándose el producto o el servicio al precio
cambiado. ¡Viste! era solo un número escrito en un papel.
Distintas personalidades, distintos caracteres, distintos
gustos e intenciones que cada uno, con el correr de la vida, va aprendiendo
a acomodar. En esto de negociar tienen mucho que decir el esfuerzo y el
sacrificio, y la oportunidad y la necesidad también. Si vamos a participar
todos de una economía de todos y para todos transformándola en un asunto
serio de relaciones permanentes y cotidianas, debemos tener y aprender los
rudimentos más sencillos -tal vez poco profesionales- para negociar ya que
no estamos buscando enseñarle a las personas a ser leones de la venta ni
halcones lanzados a sus presas en busca de la mejor oportunidad cazada al
vuelo.
Que cada uno que produce un intercambio pueda estar
alerta al precio justo o a la calidad adecuada, hace que el agregado
de intenciones sume a una economía sana y al aumento del
eficientismo social.
Todo se reduce a la estabilización de algunas variables y
a atacar o defender algunas otras. En mercados como los que tenemos en la actualidad,
en donde la oferta es tan inmensa y variada, la cosa se complica, pero igual
todos están en la búsqueda.
Partamos de la base que nada es fijo y que nada es
definitivo. Sigamos con que todo es negociable y que tanto se puede comprar
como vender, participar y compartir, donar y recibir.
El universo cambia constantemente, las personas cambian y
necesitan distintas cosas, algunos buscan en un momento otros en otros y
así, todo es intercambio, con dinero o sin él, con cosas entre sí, o dando y
recibiendo servicios de otros semejantes. Muchas veces se descartan
elementos y otras uno los encuentra desperdiciados y les da utilidad.
El negocio es el momento, es la oportunidad, y cuánto más
ajustado esté al instante en que se necesita mejor, más útil es la
transacción.
El ciudadano de trabajo y estudio no debe pensar que
hacer un negocio es toda una cuestión, debe ser parte de todos
nosotros durante todo el día y hay que tomarlo con naturalidad. Las mejores
oportunidades para el intercambio surgen espontánea-mente sin buscarlas.
Pero hay que estar atento.
Estabilizar variables significa ir acotando el punto de
conflicto de toda la operación de intercambio, por ejemplo: si uno sale a
comparar un aparato electrónico hay decenas de marcas, decenas de modelos,
infinidad de opciones operativas, y por supuesto, toda la publicidad del
mundo que incorpora bondades y virtudes, algunas reales otras quién sabe, y
por último, el precio, las condiciones de pago, etc. Hoy no es como en la
época de nuestras abuelas donde la señora con los huevos tocaba la puerta de
la casa y le preguntaba ¿cuántos quieren? y seguro que siempre al mismo
precio.
Hoy es toda una cosa. Para hacerla corta: elija y defina
antes de encontrarse frente al acto de intercambio -frente a la presión del
vendedor- qué necesita, cuál marca le conviene, cuáles son las funciones o
utilidades que le va a dar a lo que necesita comprar, y cuando tenga
pensadas y elegidas la mayor cantidad de opciones -en frío y sin presiones-
entonces salga a comprar, y ahí preséntese con convicción buscando esto y
esto y esto y solo vengo por el precio y las condiciones de pago.
Ahora, si busca consejo técnico, jamás lo pida cuando
está dispuesto a comprar en el momento, siempre tómese el tiempo para
averiguar todo lo que necesita, después, en su hogar y a la luz de una paz
interior que lo ilumine, bue..., decida qué necesita y vuelva a donde mejor
lo/la atendieron.
Un ejemplo claro lo tenemos con los supermercados chinos
instala-dos en Buenos Aires. Se instalan en cualquier lugar, no hablan
castellano, no conocen a nadie, aunque tienen un fuerte soporte estructural
de abastecimiento por las estructuras centralizadas de compras que los
integran, pero sin embargo, en las cosas chicas de abastecimiento saben
elegir, regatear y definir la compra. ¿Por qué? Porque reducen la canti-dad
de variables inciertas al mínimo, quieren esta calidad, necesitan este
producto, y solo les queda el precio a convenir.
Recordemos que la saturación de ofertas es una característica de la
actualidad, y que uno/a es una sola y simple -e insignificante- demanda ante
tan apabullante oferta, esta situación inhibe y le da miedo a cualquiera,
miedo e incertidumbre que ante la necesidad de abastecerse hace que uno
supere el trance y saque lo que tenga a mano. Error. Supere el trance, sea
racional y ayudémonos aportando a una economía eficiente para todos.