Estructuras institucionales que protegieran, que
cobijaran, que dieran de comer, que cuidaran y en las cuales se pudiera
descansar en paz como cuando se duerme en el regazo de los padres, fueron
intenciones inconscientes de los pueblos de hace dos siglos atrás, así nació
el Estado de Bienestar.
Esta fantasía de que algo abstracto puede sustituir lo
que solo cada uno de nosotros puede hacer, es lo que generó las estructuras
públicas actuales y son las que, ahora, esclavizan a las personas que
producen y que crean y las mismas que le chupan la sangre a los esfuerzos y
sacrificios que millones producen a diario para sobrevivir.
Las instituciones públicas actuales nacieron de ideas de
bien construir, se modificaron con ideologías confrontativas
que comenzaron a torcer los rumbos de las economías reales y terminaron
desfiguradas definitivamente por la imposición política del interés creado,
de los conflictos de poder y del desparramo de estupideces e ignorancias de
personas "a cargo" que se cobran sus cargos con los
millones que roban desde la función pública.
Se mira afuera, cuando se debería mirar hacia adentro.
Se mira mezquino y egoísta cuando se debería mirar amplio
y considerado; se mira al otro cuando se debería ver al uno mismo; se mira
el logro ajeno sin comprender el esfuerzo realizado por el que está al lado.
Y se mira creyendo que una ley o una norma o una forma
institucional, pueden resolver lo que solo cada uno -humano, persona- puede
y debe resolver por sí mismo/a.
El des...orden público nos ha encadenado en todas sus
formas y se ha perdido la medida del ciudadano real, que ya no ES si no pasa
antes por la trituradora de la función pública.
El ciudadano es un número, pero es realmente un
número, o muchos números, o muchísimos más números, y ha dejado de
ser un SER con vida, con necesidades, con sentimientos, con pasión y con
poder para transformar, para transformarse, para actuar sobre algo y para
que ese algo sea reconocido como real, como válido, como propio, como algo
importante, lo más importante.
Esos millones de números son solo para cubrir y mantener
la supervivencia de la madre institución pública.
El número está obligado a entender a la institución,
y no al revés.
El número debe darle de comer y debe darle todo el
sustento a la decadente y anacrónica madre institución pública.
Es la institución la que debe vivir, crecer,
desarrollarse y jamás morir sin importar cuántos números y generaciones
de números le cueste a la sociedad.
El Soberano se ha perdido, sin importar quién es ni qué
es, sin importar qué hace ni cómo lo hace, ha desaparecido en listados
estadísticos de fácil destrucción.
Ni el hombre ni la mujer dejan rastros humanos, no hay
aroma humano, no hay identidad humana, todo se va cuando a alguien se le
ocurre desaparecerlos o decide aparecerlos para que respondan a sus
obligaciones de número.
Es imprescindible desarrollar nuevas estructuras
organizativo-administrativas públicas y junto a ellas rescatar la existencia
real del ser humano, antes que un día alguien apague la computadora y
quedemos todos congelados y apretados dentro de un chip, sin saber quiénes
somos ni cómo vamos a hacer para desapretarnos de semejante situación.
Rescatar al Soberano, rescatar al
ciudadano, rescatar a la persona de carne y hueso y rescatar, en definitiva,
nuestra propia realidad a través de la identidad nuevamente ganada,
es función primor-dial en nuestra era de cambios y es base de la
construcción de una economía social de todo y para todos.
Enseñar la importancia de ésa y solo de ésa muy pequeña y
diminuta pieza social como que es lo único y fundamental, lo más genuino y
original que tenemos para, entonces sí, volver a constituirnos y a
construirnos en entidades colectivas que la potencien en todos los sentidos.
Sin importar su cultura, su calidad, su condición, el ser
humano es por sobre todo lo que existe, es el continente y el
contenido de todo valor y de todo principio existencial y es entidad por
derecho propio y absoluto, es generador de cambios y de equilibrios de todo
lo que es y es el que busca y encuentra, el que crea y produce, el que
necesita y consigue.
Sin ver completa, integra y plenamente al Ser Humano y ponerlo al
principio de absolutamente todo, no hay nada, tampoco economía.