Robarle a la Vida habla sobre situaciones no visibles
de toma y daca entre las acciones -de la palabra, de la mente y del físico-
y los resultados que se obtienen de ellas en distintos planos de convivencia
social. Qué cambios y qué estabilidades se producen en el marco individual,
en el social inmediato y en el macro marco social mediato institucional y
público, son temas del pensamiento cotidiano.
Vivimos en un mundo de convivencias complejas, dentro de
sistemas que todo lo ordenan, con instituciones que se proclaman por sobre
la persona física -así lo siente y acepta la mayoría de las personas- e
inclusive sobre la sociedad toda. Es la institución impuesta sin importar
las consecuencias, los sacrificios o qué debe pagar o sufrir el ciudadano
para cumplir y adaptarse a lo que la institución ordena, exige e
impone.
Nace Robarle a la Vida para tratar de
interpretar de dónde sacamos fuerzas, poder y «restos» para darle
todo a los sistemas de convivencia, que bien nos supimos imponer, para que
todo siga igual.
Una pequeña muestra es:
1- el delito y la corrupción ganan por sobre la
decencia, la honradez, la verdad, y por sobre el fair play con el que
muchos salen al ruedo a jugar. Es cierto y lo vemos todos los días, el que
delinque en lo público o en lo privado siempre «está mejor» -viviendo
y teniendo lo que quiere- mucho más allá de lo que obtiene aquél que cumple
con la norma, que es respetuoso de lo propio y de lo ajeno, que se planta
ante el delito porque sabe que existe -o debería existir- un orden
individual y social moral y ético que se debe respetar, aún a costa del
sacrificio material personal o de cualquier otro tipo de entrega de orden
inferior. Si el delito y la corrupción persisten y crecen es porque los
sistemas «que nos venden» funcionan para apañarlos y promoverlos, sino la
cuestión debería ser otra.
2- la mentira, el engaño, la trampa siempre
se salen con la suya porque hasta que se descubre la verdad, la realidad o
la situación en la cual uno fue atrapado, los hechos ya pasaron y el caso es
generalmente irreversible y el resultado es de una pérdida total para el
sujeto pasivo, engañado.
En dónde se gana y en dónde se pierde. Qué se gana
y qué se pierde y quién gana y quién pierde por estos manejos y por
estas actitudes tan dispares -opuestas en la mayoría de los casos- entre un
tipo de conducta, actitud y acción social y otro tipo de respuesta.
Qué gana un comportamiento moral y ético aún sabiendo
lo que se pierde y dónde acumula su beneficio tal actitud y conducta,
cuando uno ve objetiva y realmente que el otro se está llevando «la
bolsa y el botín» alegre y desprejuiciadamente ante la vista de todos y la
perplejidad que inmoviliza a la mayoría.
Roban y se salen con la suya. Matan y salen impunes.
Extorsionan y amenazan y nadie reacciona. Mienten, engañan y secuestran... y
todo da igual. Ante todo esto uno se pregunta: ¿entonces para qué la moral,
para qué la ética, para qué estudiar, para qué tratar de ser una mujer o un
hombre íntegros?
¿Qué es íntegro? ¿Vale la pena? ¿Hasta cuándo y hasta
dónde vivir de estas fantasías e ideales? ¿Nos lanzamos a la rapiña?
Robarle a la Vida es para presentar y enfocar las
variables, hoy confrontadas, de una educación aprehendida y contrapuesta con
una realidad evidente que día a día golpea al ciudadano. Una realidad que
pega de mil maneras distintas en la vida de cada uno, en las relaciones de
cada cuál y en las alternativas de qué camino seguir en la cosa cotidiana.
Este camino bifurcado, esta alternativa se vive en la convivencia
cotidiana entre lo aprendido que está siendo torcido y alterado por otros
que nos violentan, hasta con sorna e ironías, con sus formas de
acción «mostrando qué es lo que vale y sirve» con lo evidente de los
resultados claros y contundentes que obtienen... y que nos refriegan a
diario y sin cesar. Así, y a pesar de todo, muchos... seguimos sufriendo,
ingenuos, excluidos, olvidados, movidos por la fuerza de, tal vez,
«mil demonios» para tratar de construir un paraíso desde donde solo
se ve caos, error e incongruencias.
Adhiero a esta cuestión porque la duda respecto a la
definición para uno u otro lado es como un fantasma que ronda
permanentemente en millones de personas y este fantasma día a día y noche
tras noche nos roba vida y nos roba poder de convicción para realizar
las cosas de todos los días.
A los niveles de eficiencia y de eficacia que la
humanidad necesita alcanzar para realizar la acción cotidiana -eficientismo
social- se llega cuando la convicción -verdad más FE como Fuerza
Espiritual- ha llegado a suprimir la duda y se ha lanzado a luchar
por la vida con todo el poder de su ser, porque ve a ésta como el máximo
valor a ser vivido en plenitud.
En la actividad económica la duda corroe, desalienta y
produce impotencia, robándole a la vida como el último
receptáculo de donde sacar las fuerzas para integrar al ser para producir la
acción. Sepamos que le robamos a la vida cada vez que surge la duda, que le
robamos a la vida cada vez que miramos al otro descarriado y «feliz», y le
robamos y nos roban la vida los sistemas económicos e institucionales que le
exigen a las personas más allá de lo que su comodidad está dispuesta a
darles y más allá de lo que el sentido común nos dice que debemos dar. Aprendamos
a confrontarlos, a discutirlos, a cambiarlos. Aprendamos a exigir-les todo
lo que nos falta, porque sistemas e instituciones son simples acuerdos de
voluntades que ocultas y agregadas en las sombras, deben funcionar para el
bien de todos y no al revés.
Si este acuerdo de voluntades no funciona para el
bien común cambiémoslo descubriéndolo y denunciándolo y sin miedos
proponiendo nuevas formas de organización y administración de nuestras cosas
cotidianas. Hay que romper con las reificaciones y actuar teniendo con una
mano firme la teoría de lo obvio y en la otra mano contundente
el sentido común de todas las cosas, dos elementos que la
enorme mayoría utilizamos para llevar adelante nuestras vidas en lo privado
y que debemos imponer en lo público. No le robemos más a la vida,
construyamos todos los días para comenzar a darle lo mejor de cada uno de
nosotros en las acciones económicas todas, que nos van a agregar en una
nueva economía.