Al rendimiento de la actividad podemos considerarlo desde
dos ópticas:
1- la individual, si satisface las necesidades de la
persona es suficiente para que sienta que su esfuerzo es productivo;
y
2- si es útil para la sociedad, es decir que si el
trabajo que realiza le sirve a otro ser humano para satisfacer sus
necesidades.
Desde lo individual, la actividad siempre es productiva,
aunque no se vea el rendimiento efectivo. ¿Por qué? Porque toda persona
activa tiene sus propias razones, motivadores y beneficios personales
valorados por ella misma que han hecho que se activara, acción que se
produjo solo activada por una necesidad. Recordemos que la necesidad es
la madre de la acción.
La actividad de rendimiento social, tiene su punto de
transferencia o de valor del esfuerzo realizado al ser evaluado por otra u
otras personas y su incidencia creativo-productiva puede o no ser
considerada por los terceros como válida y provechosa o inútil.
La suma de esfuerzo de un individuo evaluada por si mismo
o por otros que consumen, utiliza o desperdicia esos esfuerzos debe ser
considerada seriamente ya que afecta al agregado del trabajo de la comunidad
que se beneficia o no de él. Esta actividad también puede ser productiva ó
improductiva, y es esfuerzo y participación social al fin.
Actividades de ciudadanos que ocupan puestos de trabajo
en la elefantiasis financiera -países con más de un 30% de su
Producto Bruto Nacional- son improductivas y en su mayoría aportan al
sistema que no deberían aportar, al financismo, lo que implica una necesaria
relocalización laboral a futuro. Igualmente aquellos ocupados por la enorme
estructura administrativa pública que tienen los estados -caso argentino
2.500.000 funcionarios públicos nacionales, provinciales y municipales; el
25% de la fuerza laboral-.
El exceso que sufren mercados de servicios a la comunidad
por algo muy natural como las modas, nos demuestra lo volátil y sensible que
son los mercados libres cuando se exageran sus dimensiones; estructuras que
en su mayoría de un día a otro y como por arte de magia desaparecen y son
consumidas por el olvido, así el mercado se desinfla y es un gran fiasco,
generando impactos de desestabilización entre la verdad de su realidad
concreta y la mentira de su idealidad abstracta todas éstas relacionadas
al mercado laboral en donde trabajan personas con todas sus
cualidades y percepciones y necesidades sensibles y emotivas.
Estas personas sufren estos ciclos de equilibrios y
desequilibrios existenciales individuales, familiares y sociales, producidos
por la economía macro y micro y sus vaivenes desestabilizadores.
Pero, a su vez, lo maravilloso de mercados realmente
libres es la espontaneidad de sus reacciones y lo increíble de esta
espontaneidad es que se produce por la suma, casi automática, de infinitas
voluntades y percepciones de personas que deciden en cadena, pero de manera
atomizada, llevar el mercado hacia un lado o hacia otro. Muchas de estas
decisiones en cadena se producen con premeditación y percepción
anticipada siendo parte del poder que tiene la gente, de su experiencia y de
la potencia de concentración o de dispersión del mercado.
Este movimiento de mercado libre, si es realmente
libre, sería un indicador eficiente y muy eficaz para medir la
voluntad y las intenciones de desarrollo de una comunidad, pero,
desafortunadamente, y en la actualidad éste no es el caso ya que podemos
decir que casi no existe mercado económico que no tenga fuertes presiones
tendenciosas de grupos y políticas públicas que imponen a gusto y placer
dirigirlo.
La improductividad social de una actividad debe
analizarse en términos de absoluta eficiencia, efectividad y oportunidad. No
así la del individuo que puede hacer con su acción lo que le plazca por ser
campo exclusivo de su persona.
Cuando vemos el despilfarro nacional, en dónde esta la
mayor carga de trabajo inútil, los argentinos deberíamos mirar solo hacia La
Función Pública, hacia el SIA Sistema Institucional Argentino.
Ver que del presupuesto nacional, provinciales y
municipales en su caso, la mayor parte del esfuerzo económico y financiero
de los ciudadanos de trabajo se aplica al Rubro Sueldos y Servicios Sociales
de los Empleados Públicos o a un rubro que podemos llamar "Gastos
Inútiles para Mantenimiento de Estructuras Inútiles en la Prestación de un
Servicio a la Comunidad que jamás llega o que si llega viene degradado o es
absolutamente inútil" dejando magros porcentajes de los aportes
ciudadanos para cubrir el servicio específico para el cual la Institución
fue creada, para el bien de la comunidad; este es uno de muchísimos agujeros
que nos demuestra la inutilidad y el desperdicio del esfuerzo nacional.
Existen estructuras institucionales públicas que
sobreviven por medio de una compulsión y coacción inaudita y ciega a la
ciudadanía, existen por un manejo extorsivo de elementos como la culpa
social, la coerción y coacción institucional, la reificación, la imposición
de la legalidad sin legitimidad, etc. y así el ciudadano se ve compelido a
aceptar y a mantener esa estructura pública que solo es un gran negocio para
la estructura política corrupta y enferma nacional.
El trabajo improductivo es un punto muy importante a
considerar en los rendimientos genuinos del trabajo de la sociedad toda ya
que resta y juega en contra de la acumulación positiva del trabajo
socio-productivo de toda la comunidad.
Unido a este tipo de trabajo improductivo, el del
servicio público estéril, se agrega el del servicio financiero, y otros.
Vayamos sumando entonces el universo de personas que trabajan para funciones
y en tareas no productivas para la satisfacción de necesidades concretas y
llegamos a sentir el peso que cada trabajador productivo tiene y carga
sobre sus espaldas de conciudadanos que poco o nada le representan a la
sociedad, hablo, por supuesto, de trabajo en áreas estériles, no del
ciudadano como trabajador y como individuo social útil que está cumpliendo
su función.
Si a eso se le suman las actividades profesionales
conexas como abogacía, contaduría, gestorías, consultorías, y la
economía como servicios encadenados, la lista de una humanidad
trabajando casi literalmente para la nada es enorme, si la
nada es el aire que se le inyectó durante décadas a actividades
creativas y productivas estériles para la satisfacción de necesidades
básicas y primarias humanas que aún siguen insatisfechas.
Por supuesto que muchos de mis colegas dirán que tan solo
miremos el esfuerzo y el trabajo real que realizan a diario y los
beneficios que producen en facturación, en ayudar a otros, en que "las cosas
sigan adelante", es cierto, pero el aporte es a sistemas construidos para
abultar estructuras económicas estériles y a procesos abstractos que solo
construyen ineficiencias e ineficacias alrededor de actividades genuinas de
progreso económico. Estos profesionales ayudan a que "el árbol" siga
creciendo torcido.
Es simplemente aplicar la Teoría de lo Obvio, algo que a la
larga o a la corta, si los mercados fueran realmente libres y no
condicionados y tendenciados por la política y por intereses
particulares fuertemente arraigados en sus propios beneficios financieros y
en contra del bien común como principal fin de toda acción colectiva ética y
moralmente imprescindible como sucede en la actualidad, limpiarían por sí
solos. Aún con estas presiones impuestas para dirigirlos con políticas
financieras y coyunturales "evita crisis" la realidad se va
imponiendo y purificando las actividades y los mercados inútiles por la
sensatez de miles y miles de voluntades ciudadanas que ven o que sienten la
inutilidad a la que están expuestas.