TEORÍA DE LA NECESIDAD - El Eficientismo Social -
                      Una Economía  de Todo y para Todos.    Prof. Mauricio Jorge Yattah

  120 - La riqueza de la humanidad es la semilla   Audio - Imagen MJY

Porque la economía se encarga de administrar, de descubrir, de potenciar y producir "los elementos escasos" de la naturaleza es que se produjo semejante miopía respecto a dónde está la riqueza real de las naciones.

Solo a un tuerto o a un ciego se le pudo haber ocurrido "ver" semejante estupidez de "recursos escasos".

Así, la economía -gobierno de la casa- se transformó en una procesadora de números, tendencias, variables, relaciones y más números, olvidándose de la gente y alejándose de lo humano.

Es como gobernar la casa preocupándose solo por los azulejos, por los pisos y por las paredes, por los elementos mismos, y olvidándose de la gente que vive en el hogar, condicionando toda la conducta y la existencia de ellos a que los techos y los inodoros "vivan" bien y mejor. Ridículo.

Y todavía algunos la llaman "ciencia" ¡!

Ya dijimos que la economía actual ve a las personas como números, como estadística, olvidándose de lo importante: que somos seres de carne y hueso desde lo denso y que somos seres con sentimientos, sensaciones... sentido desde lo sublime.

Esta gente, que por lejos es lo más importante de todo, de ninguna manera es "escasa", ni tampoco es "el desecho" de los recursos planetarios, como desde hace siglos se la considera.

La humanidad -todos, absolutamente todos- es la riqueza verdadera y cierta y si se la mira un poco más adentro se ve otra riqueza mucho más grande, amplia, diversa y maravillosa: TODA su humanidad, condición de abundancia que nadie puede interpretar ni describir ni ponerle límites o dimensiones.

Tiene la semilla más poderosa, original e increíble de todas, tiene la genialidad y el poder de la creación y del descubrimiento, tiene la habilidad física e intelectual y el poder espiritual, y un millón de maravillas más.

Ahora, el que primero dijo que es "un recurso escaso", primero: llamándola recurso, después asociándola a cosas, y todos los millones de profesionales que lo siguieron -convencidos y circunspectos- deben haber tenido bagres en lugar de ideas y alfileres en el lugar del corazón.

Para escribirlo como cada tanto aparece en alguno que otro titular:

Es el ser humano ¡Estúpido!

Si uno tiene el coraje de mirar aún más adentro puede hasta ver que es la semilla de la vida, la semilla de lo eterno y la que todo lo puede y hace.

Es la semilla de todas las cosas.

No es el petróleo, porque ya sabemos que es el agua lo importante. En solo un par de siglos pasamos del vapor al hidrógeno, y hoy hay que desandar todo el camino del derroche y abuso sobre el petróleo, el gas, el carbón, y sus componentes y derivados, aunque buen uso le hemos dado y lo agradecemos.

No es el oro o la plata, aunque acumularlos hace brillar las conciencias llenas de codicia, de avaricia y mezquindad. Conciencias primitivas que por acopiar se matan, desangran a quien pueden y creen que "lo tienen todo".

No es el dólar, el yen, el euro, en moneda o en billete, por más que los presenten como los protagonistas principales en los noticieros televisivos y radiales de la mañana, el mediodía, las tardes, las noches y hasta en las trasnoches.

Tampoco son las acciones, los festivales de bonos, los contratos a término, los valores o los precios que se juegan en cada operación de especulación comercial o financiera.

Y los "no son" son muchísimos más, que a los ojos de los cortos de vista y faltos de responsabilidad existencial y humana se creen y sienten distintos al semejante. ¿¡Distintos!?... ¿Qué? ¿Cómo?

Ninguna de estas cosas mencionadas tiene ni un solo gramo ni aliento de semilla, son absolutamente estériles e insignificantes. Si no me cree, pruebe: plante cualquier de esas cosas y espere que le dé fruto.

Como digo en otra parte de la obra "2 revoluciones industriales, 10 revoluciones tecnológicas" ¿y? Todavía algunos se matan "por vivir", mientras otros se mueren de hambre y la gente se pregunta ¿por qué?

Esta pregunta excede lo filosófico y entra en la médula de la economía y nos exige respuestas.

Y las respuestas debemos producirlas ya porque más de un tercio de la humanidad no puede esperar. De muy poco nos sirve esperar a que venga la ayuda del pescado para comerlo, sabiendo que existe tanta humanidad capaz desperdiciada, abandonada, desquiciada... pero muy dispuesta a lo mejor: vivir y ser útil.

De poco nos sirve la caridad mundial, la distribución a través de... o desde organismos internacionales.

El mundo NO LOS ENTIENDE, o los entiende tan bien que para no tomar medidas serias y terminantes deja que el tiempo pase para ver si ésos se asumen en la conciencia humana que les falta.

Mientras tanto, los presupuestos públicos y los presupuestos internacionales siguen cargados de "caridad mal entendida", mal distribuida, que solo es más negocio para los pocos que la envían.

Mientras la económica siga en la línea en la que ha sido construida y además comida, impulsada, extorsionada por el financismo, el capitalismo de trabajo y producción, no va a poder solucionar el problema en el que estamos: de abastecer a todos con todo lo necesario, en donde estén.

En los últimos tiempos muchas empresas se han dado cuenta en dónde está el rédito y la riqueza real, pero lo han hecho con un sentido mercantilista y después otros, hace menos años, se han dado cuenta de lo mismo pero lo hicieron con un sentido de mayor explotación de la tierra y del esfuerzo del hombre. Es la semilla.

La semilla no solo produce monedas y sirve para hacer "un billete más". La semilla está para mucho, muchísimo más, ya que es la fuente de toda riqueza y de toda existencia terrenal.

La semilla que necesitamos comprender es el germen, es el origen de todo, es lo genuino y lo puro, es la creatividad y el rendimiento y es la dádiva eterna que se nos ha dado para cuidar y multiplicar, de la cual vivir. Esta semilla está representada por todas las semillas de las cosas que producen bienes -que es mucho más que producto- es lo que es bien, lo que como digo más adelante, es "el bien" que se nos ha dado gratis para que disfrutemos, sin costo, sin esfuerzo, sin sacrificio, simplemente agarrándola y satisfaciendo lo que cada una de ellas puede satisfacernos.

La semilla es: de la tierra y la semilla es del ser humano, la semilla es de unos y es de todos, y es para uno y es para todos, es particular pero a la vez es colectiva cuando los muchos la necesitan, pero para ello debemos tener consciencia superior de lo que la semilla realmente es para nuestras vidas y en nuestras vidas y eso pasa por la responsabilidad existencial y humana que todos debemos tener.

No es "la cosa", es vida, es milagro y es esperanza y paz en la cual podemos descansar nuestras existencias de ahora y para después, para cuando nos falte y la recuperemos del pasado que habíamos previsto, desde entonces y para siempre, la necesitamos.

La semilla no es "la bolsa", el quintal, o a granel, no estoy hablando solamente de esa semilla, estoy refiriéndome a lo interno de ella, a lo profundo de ella, al misterio y al milagro que engendra y que tiene en ella.

Las mujeres, los hombres, todos los que la necesitamos debemos comprender que hay que cuidarla, protegerla, prepararla y darla con reverencia porque es vida y hay que honrarla.

Conocemos cientos de culturas pasadas que comprendían el valor que la semilla tiene y como tal la trataban, y llegó hasta nuestros días viajando intacta a través de los milenios, evos, entregada por seres humanos que sabían que era eterna y así nos la entregaron a nosotros, a aquellos que estamos poblando y viviendo el presente que para ellos era la eternidad.

Pero la eternidad llegó y es HOY, y la responsabilidad de aquellos que supieron comprender el valor de la semilla sigue intacta, en tanto y en cuanto nosotros, que ya poblamos esa eternidad, comprendamos y nos responsabilicemos de iguales valores para perpetuarla hacia otra eternidad hacia la cual estamos transitando.

Escuchamos discursos de antiguos humanos, vemos arte que nos han dejado pero la reverencia a la semilla hoy con el hombre de hoy, ha quedado totalmente acallada, chata, perdida y olvidada.

Solo la germinamos, solo la cuidamos lo necesario para que nos dé su fruto, pero no la vemos, no la sentimos y no la queremos como algo esencial, mucho menos como esencialmente nuestra.

No es ella la que tiene que volver a presentarse, ella siempre está, y siempre estuvo, somos nosotros los que tenemos que volver a darle el espacio que se merece, somos nosotros los que debemos rescatarla del olvido y de la mezquina función en la que la tiramos: ser un bien de cambio; mucho peor, perecedero.

No es un activo, es EL ACTIVO, no es una inversión es La Inversión, no es el rédito o la ganancia es El Rédito y es La Ganancia y si no comprendemos estas simples cosas, vamos a seguir desperdiciando la riqueza que nos ha sido dada y que no vemos por estupidez e incapacidad, ya crónica y por generaciones, de no ver lo evidente y obvio que la semilla representa para nuestra existencia terrenal.



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