La síntesis de los rendimientos, de los costos, de todas
las variables que intervienen en una operación económica se pueden condensar
maravillosamente bien en el valor dinero y en el objeto
dinero; aún los sentimientos y los motores humanos de muchos
individuos son bastante fáciles de impulsar con dinero, solo
pongámosle un millón de dólares delante a una persona que está angustiada
por sus deudas y vamos a ver instantáneamente como cambia la angustia en
agradecimiento y satisfacción plena. El dinero "hace maravillas" en
el carácter de muchos, casi de todos nosotros.
En una nueva economía el orden de la observación
del resultado debería invertirse, debería cambiarse. En vez de mirar hacia
el objeto dinero y compulsar los resultados desde la acumulación o
producción del mismo, habría que mirar hacia adentro de la o de las personas
que producen la operación y valorar el nivel de satisfacción plena,
situación que es el reflejo del hecho concreto y real y no el
sustituto de valoración de todo el proceso, ni es la
representación cuántica de variables que no pueden cuantificarse
salvo por asociación y relativa identificación, situaciones que no son la
realidad ni la sensación en sí mismas. La satisfacción interna de la
operación realizada cómo se mide, cuál sería la unidad de medida.
Pareciera, desde la visualización actual, que el dinero
no solo es un gran evaluador de las transacciones sino que es único,
eficiente y de una eficacia imposible de sustituir, tal concepción es
una forma de ver la cosa, e indudablemente, una forma restrictiva de la
valoración de todo lo que sucedió en la transacción. Después de siglos de
utilizarlo ha producido imágenes colectivas en donde necesariamente todo fue
"encajonado" en el mismo lugar: en el dinero.
Al ser fácil poner toda la operación en dinero, el
resto se pierde en el olvido, también para el pensamiento económico, ya que
reduce el universo sobre el cual éste puede actuar. Una ingerencia en un
universo mayor, solo podría realizarse si vemos y trabajamos con una
economía más abarcativa, integradora y universal, y no tan solo monetaria
como es en la actualidad.
Es el conjunto de sujetos lo importante, son sus
sentimientos, la satisfacción de sus necesidades, la oportunidad en la que
se producen las transacciones, los niveles de satisfacción y otras cosas
más.
El dinero en sí, la moneda, tiene un elemento intrínseco
e histórico y universal, que jamás ha podido ser controlado: la
devaluación de su valor de representación. Esperamos que con la
propuesta de El Soberano con su patrón ABC
-Actividad, Bienestar y Calma- y con el Invariado Monetario de
la Economía Racional y sus símbolos de intercambio, podamos
corregir definitivamente este problema, veremos.
Lo que se está dejando de lado: todo lo que
corresponde al individuo, a su grupo y a la sociedad, nos lleva a
conclusiones erradas, a cálculos solo abstractos y a resultados que a pesar
de ser referenciados a una transacción humana, no incluye lo más importantes
de las variables y calidades de los sujetos que observa, estudia y que son
el fundamento de la acción.
Si la economía no los tiene en cuenta, cuán alejadas
están las fi-nanzas en sus trabajos cuando de actividad, de productos, de
servicios y de todo lo que hace a lo humano se trata.
El análisis multidisciplinario que debería abrir la
economía para incluir los puntos de vista y los saberes de las ciencias y de
las artes humanas, haría explotar la comprensión y el alcance de toda
transacción que hoy por hoy solo es acotada, fría y excluyente de la
visión del hombre como integral y productor sujeto y objeto también
de esa transacción.
Observarla desde esta integridad, situación que de manera
natural infinidad de personas si lo hacen, ya que dejan lo económico
de lado por no interesarles o por solo buscar el fundamento de la
transacción en variables como satisfacción, tenerlo, estar acompañado/a,
sentirse bien, es decir integrar la transacción desde la operación
humana en sí, sería de una amplitud, riqueza y calidad calidoscópica
impresionante.