Un día un amigo me presentó esta semejanza, su origen él
mismo lo tenía perdido, pero igualmente es bueno su análisis que nos hace
ver y reaccionar a la relación entre las acciones propias y las ajenas.
Comodidad, confort, conseguir estar cómodo con un
determinado estado, con una determinada condición.
Conseguir y conseguirse los elementos y condiciones
necesarias para estar como persona en un lugar justo, en un espacio justo,
en un entorno justo, en un momento justo, sintiendo que ese lugar, ese
espacio y ese entorno y momento son la medida justa de lo que la
persona desea, anhela. En este estado la persona se olvida del resto
y disfruta de su condición, y hasta se olvida del esfuerzo y de los
sacrificios que ella misma u otros han realizado para construir este estado
de comodidad que disfruta.
Hoy estamos llenos de comodidades que nos brindan los
productos, los servicios, las infraestructuras de todo tipo. Hoteles,
aviones, automóviles, y la lista es un vademécum de cosas que
nos dan salud y bien... estar. Estas cosas nos llenan de
comodidades, y así las disfrutamos. Y en disfrutarlas y usarlas nos
olvidamos de lo difícil que fue para otros dárnoslas, creándolas,
produciéndolas para que en algún lugar, en algún momento, le den
comodidad a otros semejantes que las consumen y que las usan.
Al parear mi amigo el como...di...dar a
comodidad, esta expresión Como DI Dar nos abre a un mundo de
relaciones, de respetos, de consideraciones. Esta afirmación imperativa
Como DÍ... ¡DA! como Yo Dí… Tú DA, recupera el
esfuerzo y el sacrificio que uno mismo o alguien hizo en algún momento y
obliga al otro a corresponderlo, lo obliga a activarse en el mismo sentido,
con la misma entrega.
Esfuerzos y sacrificios que unos hacen para brindarles
confort y comodidad a otros. Otros que se olvidan de aquellos que trabajaron
para construir situaciones y productos que les traen bienestar y
satisfacción.
La síntesis es maravillosa, obliga al reflejo de las
entregas propias en las entregas hacia nosotros de los otros. La síntesis
obliga, compromete, engarza las acciones, los anhelos, las visiones de todos
con todos, los que dieron, los que dan, los que recibieron y los que
reciben.
Tener siempre presente que uno puede abastecerse de
alimentos del campo simplemente yendo a comprarlos a la vuelta de la
esquina, una situación muy cómoda por cierto, pero recordando
a la vez que alguien en otro tiempo se ocupó de rastrillar el campo, de
sembrar la semilla, de cuidar el bien que la tierra estaba produciendo.
Recordar que hubo otras personas que se encargaron de ir a buscarlo y
llevarlo al mercado y que el verdulero madrugó para comprarlo para que lo
tenga-mos fresco para ser comprado por nosotros simplemente dando vuelta a
la esquina. Todo este proceso de conciencia indudablemente enriquece
la compraventa mucho más allá del acto y de la transacción misma,
nos va ubicando en un poderoso dar y recibir, más humano, más
lleno de valores, más representativo de lo que somos.
Este como di dar habilita y refuerza lo que
hablamos en otro título respecto a ampliar la transacción a dar y a recibir,
para que sea parte de la economía social y de un nuevo pensamiento económico
que incluya lo humano en todas sus instancias y valoraciones.
Comodidad, si solo paramos un instante en ese
mismo momento en que la estamos disfrutando y traemos a nuestra presencia
la ocupación que tantos han entregado para que uno esté cómodo y
satisfecho; de la misma manera que en otro momento, con otra
situación y por otros motivos, uno mismo ha hecho los mismos o parecidos
esfuerzos y sacrificios ocupándose en producir o en servir algo que a su vez
le dé comodidad a otro semejante.
Este es el percatarse humano y es la dimensión ética y
moral que debemos incorporar en una economía de creación y de producción
humanas, en una economía que tienda al Abastecimiento Utópico
y en una economía de consumos individuales y sociales que por etapas y
considerando al todo de la humanidad y de su socia la madre tierra, vaya
terminando con las faltas que aún persisten y sufrimos.