Es obvio que administrar recursos escasos obliga a tomar
decisiones sobre lo escaso de esos recursos, y si son escasos para la
pasión y la necesidad de algunos su explotación y posesión se transforma
en una cuestión de imperio de la avaricia y de la codicia de esos
algunos, que por supuesto el día que se mueran nada van a poder llevarse y
mucho van a haber destruido a la humanidad que seguirá teniendo que soportar
sus bajas pasiones impuestas cuando estaban en vida.
Lo que siempre queda es la humanidad, lo que
siempre queda es la tierra, lo que fluye es la pasión malhabida de algunos
que, por esas cosas de lo que mal llaman naturaleza humana, nos
vienen imponiendo.
LO QUE SOBRA en el mundo es buena naturaleza,
en la gente, en las bondades de la tierra, en la gracia de estar vivos...
aún en un mundo que se nos desbarranca cada tanto y en cualquier parte.
Siempre aparece La ley del Equilibrio para corregir esos
deslices.
También lo que sobra es una política
del mal impuesta por malas acciones, por malos pensamientos y por la palabra
muy mal utilizada o bien utilizada para imponer ideas que solo son
funcionales a las pasiones y a la avaricia de algunos -que no son muchos-
aunque se publicite que somos todos -política de la inclusión
para ocultarse en el todos-
Hoy, al pensamiento económico, desde aquí, se le impone
un gran desafío: cómo hacer para administrar tanta riqueza y
abundancia, ya que desde hoy incluimos dentro de la economía a todo
lo que existe, y no tan solo a lo escaso, y hoy incorporamos a la economía
una infinita cantidad de variables de relación y de utilización que nacen de
los infinitos valores y principios morales y éticos en juego de cada
relación humana, que es la que hace, construye y crece.
Hoy somos todo y somos todos dentro de la economía.
Cómo incluir tanta riqueza y variedad, y por supuesto
administrarla. Es el gran desafío para aquellos que miran a la economía
desde una fórmula matemática, desde un índice estadístico, desde una
tendencia organométrica y de relaciones merceológicas. Hoy lo molestamos al
economista que vive de idealizar y aplicar fórmulas que puedan explicar la
realidad y que espera que esas fórmulas con sus resultados la modifiquen a
su gusto y piaccere, cuando todo en la economía actual es falto de rigor
científico aunque las ganas existen desde hace siglos de que realmente sea
"ciencias..." económicas.
Ridículo tratar de conjugar y de modificar por simple
especulación abstracta dos mundos, dos universos que ni se tocan ni se
relacionan ni se entienden. Este es el punto que desde hace décadas
produce vergüenza en la sociedad mundial que mira absorta la especulación de
proyecciones, cálculos y hasta certezas económicas a las que les
falta el sustento científico en casi todas sus bases. Solo aproximaciones
posibles dentro de un rango de probabilidades que están, muchas, más cerca
del cero que del uno.
Muy lejos estamos de este tipo de economía especulativa y
el motivo es que la economía no es abstracción sino que es absoluta
concretud y es absoluta realidad tangible, palpable y material
y por más que se la pueda extractar y matematizar no deja de ser lo que es,
y el pensamiento matematizado por más que llene pizarrones que no tengan
consistencia y certificación científica son simples especulaciones, hasta el
momento en que la economía real de todos los días le tire nuevos números,
nuevos valores y nuevos resultados concretos, desde los cuales
volver a especular.
Debemos recuperar a Karl Marx desde lo humano, sacarle la
experiencia nefasta de lo político que utilizó el pensamiento de él para mal
justificarse y esclavizar a cientos de millones de personas. Debemos imponer
en todo el planeta la experiencia económico-institucional de los socialismos
que sí funcionan porque ven al ser humano en toda su integridad
y no tan solo como un recurso más, y además escaso, adjetivo que le adhieren
porque lo consideran inculto, bárbaro e incapaz. Una vergüenza desde donde
se lo mire.