TEORÍA DE LA NECESIDAD - El Eficientismo Social -
                      Una Economía  de Todo y para Todos.    Prof. Mauricio Jorge Yattah

  134 - Educación Funcional, el principio de una economía de todo y para todos  
          Audio - Imagen MJY

La desintegración de la sociedad, la atomización de cada individuo lanzado a su propia supervivencia y soledad, e imponer en las desoladas y perdidas conciencias la competencia feroz para sobrevivir, ha producido el quiebre de reglas funcionales de convivencia.

El saludo, mirar al otro, la amabilidad en el primer contacto, el coloquio informal para integrar el entorno y muchas cosas más son síntomas del quiebre del que hablamos. A esto, y con un individuo aislado y desarticulado, le siguió la incapacidad natural por falta de contención social del hacer las cosas de todos los días.

La educación natural social se transmite a través del ejemplo y de mirar al otro, es natural. El primer proceso de aprendizaje de un hijo es la copia exacta y fiel de las actitudes y conductas de sus progenitores, y después, el resto. Pero cuando todo en la sociedad es un pandemonio y la vida se transforma en un permanente sobrevivir, los tiempos de atención y de aprendizaje se reducen a espacios y a pautas muy fragmentadas y de poco contenido sustancial.

Muchos de esos primeros y fundamentales pasos en la educación se derivan a otros, con quienes los niños no tienen nexos sentimentales y por consiguiente pierden en el aprendizaje los aglutinantes más sólidos de identidad. Los padres sustitutos y los familiares sustitutos no son ni los padres que están en el hogar ni los familiares que rondan con la misma sensibilidad.

Parece igual, pero no es lo mismo, en nada se parecen.

Y la cosa continúa, el individuo actual sigue perdido en sus lazos de aprendizaje y se deja arrastrar por lo que la sociedad quiere que aprenda para que sea ella la exclusiva beneficiaria. Respecto a lo que la persona haga en sus espacios personales, en sus espacios "exclusivos", a nadie le interesa y así la sociedad se olvida, la hace desaparecer.

Craso error, pero al ser así las formas y los contenidos del aprendizaje también se relajan puertas adentro y el individuo deja de ocuparse del aprendizaje funcional de aquello natural y de sentido común que hace a su convivencia consigo mismo y con las cosas y con otros en el entorno reservado y particular propio.

Una economía social, debe comenzar por la recuperación de la educación funcional, continuar con la recuperación de los oficios y de las cosas prácticas de todos los días y después avanzar sobre la profesionalidad y especialización de las actividades que hacen a los grandes aportes a la economía general.

Educar en lo funcional, es darle a las personas la movilidad y maleabilidad necesaria con las cosas de todos los días, es permitirles hacer con naturalidad las funciones que hacen a los primeros estados de confort y de comodidad, sin los cuales los fundamentos de una convivencia consigo mismo y con el resto se hace burda, grosera y difícil.

La higiene, el orden, la sanidad, la limpieza, las manualidades, la pulcritud, el aseo, el arreglo, la presencia, la presentación, los modales, el estilo propio, el arte culinario, la observación del detalle, la amabilidad, la atención, y seguro que me olvido de muchas más, son formas personales y sociales que se deben recuperar y en las cuales cada uno debe aprender a ser funcional.

La educación funcional enseña la medida justa de las cosas, de sus relaciones y de los valores de uso primarios; enseña sobre los costos significativos e insignificantes, enseña sobre precios y calidades de lo que consumimos a diario y de la localización -del en...tender- de los actores cotidianos que nos rodean, incluidos objetos y nosotros mismos.

La educación funcional facilita, agiliza y profundiza los contactos con el otro y nos va llevando a buen término desde el inicio hasta el fin de cualquier relación humana. Hoy vemos, desde nuestra posición, cómo se destrozan relaciones, cómo cosas sencillas se transforman en pesadas cargas de convivencia humana, y cómo el ser humano individual se pierde en un maremágnum de imposibilidades porque no le dimos, o no quiso, aprender las cosas simples de la vida. Debemos superar este primer estado de desintegración básica humana que el sistema en el que vivimos nos ha impuesto.

El Soberano no es aquél que sabe dar órdenes sino que comprende y actúa en consecuencia en el orden de todas las cosas.

El Soberano es la persona que entiende y que comprende y que por conocer, desde el origen de la funcionalidad de los elementos que compartimos, sabe darle el peso específico y exacto a cada cual.

Este es el comienzo de toda eficiencia social, después sigue la capacidad y habilidad en los oficios y así se construye el eficientismo social.



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