El banco es la entidad financiera primaria y por
excelencia, algunos cumplen funciones comerciales pero casi ninguno cumple
una función social prioritaria, salvo a través de fundaciones con las cuales
tratan de canalizar las culpas por el objeto mezquino institucional que
cumplen. Pero, por suerte, si miramos profundamente más allá del horizonte,
ya están despuntando "otro tipo de bancos".
En una época usura era distinta a banco y
banco estaba muy alejado de los requerimientos vulgares de la
actividad artesanal, productiva o de base de las sociedades.
Antes, un poco después, banco era apoyo al desarrollo
económico de las personas con inquietudes de constituirse en una determinada
actividad productiva o para realizar un proyecto innovador, a riesgo propio,
por supuesto.
Hoy un banco capta fondos financieros de muchos y
especula esos fondos con la entrega a pocos.
Antes, mucho después, un banco era un toma y daca simple:
te doy tanto y me devolvés tanto más. Sus instrumentos eran moneda corriente
en moneda corriente. Hoy el enganche para captar los dineros
es infinito: un banco tiene sus propios instrumentos en la casa, en el
automóvil, en un préstamo para estabilizar el cash flow, en una tarjeta de
crédito y otras de débito, en el servicio de remesas, en los alimentos que
se venden en los supermercados, en fin, en todo, repito, en todo.
¡¡La pucha que han crecido los bancos!!
Financismo puro y un motivo principalísimo de esta obra.
Sumemos el costo financiero y acumulemos sus números en
la cascada del cálculo matemático y llegaremos a sorprendernos de lo que le
aportamos al financismo desde nuestras posiciones de vida y de trabajo.
Usura camuflada en infinitos disfraces que nos obligan a comprar y a aportar
"alegremente".
Unos dirán: "pero los bancos son para eso, los bancos
están para eso". La excusa más arraigada es que un banco cumple una función
social y económica de máxima eficiencia y eficacia tomando a quienes no
tiene proyectos creativos y/o productivos y entregando adonde esos proyectos
si existen y se necesitan. Esto, realmente, ¿es así?
Hace años tal vez podría haber sido así, hoy por
supuesto que no.
Descomprimir al financismo pasa también porque los bancos
reorienten sus objetivos institucionales hacia las personas utilizando el
dinero como medio y no como fin en sí mismo.
Tener a la persona como foco de su actividad es mucho más
complejo que manejar los ingresos y egresos de caja o realizar
conciliaciones de fondos, de valores, de cheques. Pero existiría un error
que cualquier reorganizador cometería y es que asumiría que la persona de la
que estamos hablando es en definitiva "un cliente", pero esto no es así, no
estamos hablando de un cliente.
Hablamos de reorganizar a los bancos focalizando a las
personas, pero no a las personas vestidas de clientes.
¿Cuál es la diferencia? Mucha.
La persona cliente actual viene toda moldeada por las
políticas de los bancos y por el financismo. Un trabajo de pulimento y
perfilado que duró ya siglos. El cliente del banco tiene miedos, es
mezquino, es avaro y cuenta los centavos como el mejor banquero. Se fija en
lo que le dan y en lo que le quitan y si le falta lucha por lo que le
corresponde. El cliente de banco, hoy por hoy, es como el banco, porque el
banco se encargó de hacerlo/la a su imagen y semejanza.
Por eso no estamos hablando del cliente. Porque
cualquiera diría... pero si le estamos dando lo que el cliente quiere y
necesita, entre líneas, le estamos dando lo que nosotros queremos darle y
nada más.
Cuando decimos que el banco tiene que focalizarse en la
persona y entonces redefinirse en sus objetivos significa que debe
ver a la persona, a sus calidades de persona y a las necesidades
de persona que tiene.
No pensamos que un banco tiene que hacer de terapeuta ni
de conciliador familiar, ni tampoco de padre abastecedor o de hijo consentido,
muy lejos está en nuestras intenciones, pero si el banco quiere perdurar
como institución, debe adaptarse a las formas sociales futuras y a las
relaciones nuevas económicas que se van a producir.
La palabra que mejor se ajusta a esta visión es que el
banco además de comprender profundamente las calidades humanas de sus
futuros contactos -nuevas personas que participen de la
relación económico-financiera con el banco- además de saber cómo
aconsejarlos en sus necesidades y orientarlos en sus actividades económicas,
debe ser por sobre todo un facilitador de realizaciones sociales y de
realizaciones económicas para la gente.
Manejar fondos financieros es fácil, uno colecta en cada
sucursal y se sienta y espera a que le vengan a pedir, sube o baja la tasa y
si el asunto funciona solo maneja timbres y cuenta billetes, pero
transformarse en facilitador de realizaciones sociales es estar en el campo
de las dinámicas y de las articulaciones sociales y eso es trabajar,
relacionarse y saber cómo, qué y cuánto es lo justo y necesario para aportar
a que la sociedad siga construyendo bienestar y justicia para todos.
Tres roles invertidos: ahora se espera que sea primero su
rol social, después su rol comercial y al final de todo, su rol financiero.
Primero es la relación persona a persona, después de
actividad a actividad, y por último, y muy lejos, de actividad a dinero.