Un excelente ejemplo es el avance que la humanidad -la
ciencia y la tecnología- ha realizado desde el descubrimiento del poder del
vapor para activar máquinas hasta hoy, cuando se descubre que el hidrógeno
-junto al oxígeno uno de los componentes del agua, y 14 veces más ligero que
el aire-, es un gas inflamable que es utilizado para producir combustión
ergo activar maquinarias también.
¡Todo este tiempo tuvo que pasar para volver los ojos y
la atención al agua!
¡Agua que cubre más del 80% de la superficie planetaria!
y que a su vez venimos degradando y desperdiciando de manera metódica y
sistemática.
Pensemos en este ejemplo cíclico y de retornos casi
naturales a fuentes de abundancia infinita y extrapolemos estas
maravillas que están sobre la superficie para ver los desastres planetarios
que se han producido con las economías de profundidad. Seguramente con el
correr de estos próximos decenios más y más justificaciones científicas y
técnicas nos van a hacer tomar conciencia y maravillar descubriéndonos que
la abundancia y las riquezas están conviviendo con nosotros así: al
alcance de nuestra mano.
La invención de tecnologías alternativas a los
combustibles fósiles es prioridad de cualquier economía que se proyecte a
futuro y cuando esto que ya está sucediendo surge nos muestra lo simple,
sencillo y casi sin esfuerzos que implica su utilización y aprovechamiento.
Esto es eficientismo económico, y es eficientismo social, busquémoslo en
todas las actividades que a diario desarrollamos.