No es difícil amasar fortuna, entonces por qué tres
cuartas partes de la humanidad vive tan miserablemente sumida, por poner un
número, en una lucha feroz contra la supervivencia, laburando y deslomándose
todo el día y muriendo gastados y destruidos por tanto trabajar.
Si no se necesita ni aptitudes excepcionales, ni virtudes
extraordinarias, ni nada visiblemente superior para conseguir un determinado
nivel de vida que a uno y a su familia le produzca seguridad y calma, cómo
es que hay sectores de la humanidad que no pueden ni siquiera sacar las
narices de los pozos en donde están y otros que suben y bajan sus fortunas e
infortunios año a año y generación tras generación.
Las respuestas pueden despacharse con sus más exuberantes
definiciones y las justificaciones dan para un suculento caldo de discusión.
Pero la realidad está presente y la cosa sube y baja como
en el juego de niños.
La inquietud me surgió cuando pensé que si es un libro de
introducción a la economía hasta una propuesta de acción de gobierno, no
podía hacer que cada ser humano leyera página por página para participar de
una economía de todo y para todos, entonces busqué en dónde comenzar en qué
punto iniciar el despegue para que todos absolutamente todos se
integraran a la economía naciente sabiendo exactamente cómo hacer
para evaluar si la cosa iba bien o si la cosa iba mal: así nació
Economía de Bolsillo.
Si uno no tiene dinero en el bolsillo la cosa está muy
mal, a medida que uno se activa y va teniendo más dinero en el bolsillo la
cosa va mejorando.
Claro, a esta altura de la lectura y después de haber
leído palos y palos contra el financismo y al dinero por ser un fin es sí
mismo, el /la lector/a se preguntará: ¿Ahora quiere comenzar por el
dinero?... la respuesta es SI, pero no como fin en sí mismo
sino como una forma y un medio para que todos, hasta los más pequeñitos de
los humanos, podamos asociarnos a la economía y saber y ser críticos desde
una posición comprensible de de qué se trata todo esto.
Sin descartar que ya sabemos que los políticos buscan sus
cajas... llenas de dineros para administrar, ni que los bancos buscan
canalizar todo el dinero de plaza a través de sus instituciones -bancarización
mediante- y que las empresas con administraciones fantasmas hacen lo suyo
"con el manejo del dinero", etc., iniciar a todos en una economía de
bolsillo es una muy buena forma de que nos integremos al quehacer económico
que estamos queriendo construir. Así, si a un niño/a le decimos que se fije
bien cómo le van las cosas, y este/a mete la mano en el bolsillo y cuenta
sus monedas, es una buena manera de que vaya tomando conciencia respecto a
los mensajes que las monedas como común denominador de todos los valores le
van dando.
Si tiene un billete más nos va a decir le va mejor que
ayer, si tiene uno menos dirá -"no me va tan bien como ayer", y así vamos a
ir educando al Soberano desde sus mismas raíces de desarrollo para que
aprenda a poner cada cosa en su lugar antes de llegar a anciano y haber
perdido toda proporción y sentido de lo que cada cosa en su lugar y en su
exacta dimensión debe tener.
El dinero es un bien social y como tal debemos
utilizarlo. El creer que para que todo funcione bien hay que eliminarlo y
volver al trueque está apasionadamente equivocado. Como toda
cosa y como toda acción se las puede usar para hacer el bien o para hacer el
mal. Se lo puede usar como medio o como fin en sí mismo, y está en nosotros
buscar y trocar las formas y las visiones para que el dinero sea respetado
como un bien social y no como un instrumento del abuso y del exceso.
Construir una conciencia económica desde la economía de
bolsillo es, además, una forma de volver a incentivar el ahorro, es cuidar
que no se produzcan derroches ni desperdicios, es saber lo que le cuesta al
otro conseguir lo que uno tiene y mil cosas más. Avancemos instruyendo a
todos en la simple aritmética de una economía de bolsillo.