Cuando se intencionaron los estudios modernos sobre
economía -el gobierno del hogar- se los expandió a las formas de la política
-el gobierno del estado- así surge economía política. Pero
tanto roce entre el pensamiento de la economía con la política transformó a
la primera en rehén, como lo hemos dicho, de la segunda.
Hay que desprender a una de la otra porque el daño que
esta mala relación le está produciendo a la humanidad hace que la que sufre
y se perjudica sea la misma humanidad.
Economía debe construirse desde lo que estamos
proponiendo en toda esta obra: en una economía multifacética,
multidisciplinaria, multifunción.
Política debe desprenderse de la administración de los
recursos y reconcentrarse en la filosofía y en el pensamiento colectivo
antes de la acción.
Cuanto más tiempo pase más se van a desfigurar las
relaciones entre ambas y más difícil va a ser deshilvanar los intríngulis
que estas deformaciones producen. La economía política debe morir para dar
nacimiento a una economía que sea por un lado humana y en el otro extremo
absolutamente científico y racional. Estas nuevas economías deben estar
fuera del marco de la discusión sociológica -marco de la política- y fuera
del marco de la filosofía, por deber ser -la economía actividad práctica,
concreta, cierta y exacta, a pesar del ingrediente humano que le estamos
inyectando. Actividad que tienen un objetivo muy bien definido: satisfacer
necesidades y elevar el nivel de vida y de realizaciones de toda la
humanidad.
La conjunción entre economía y política es un freno al
progreso de las sociedades que ya no pueden soportar más el peso del
constante divague y dilución discursiva de la política.