El camino a recorrer para encontrar un equilibrio
socio-económico global es aún enormemente largo.
Las trabas e inconvenientes en las relaciones de
intereses creados, las reificaciones y conceptualizaciones de procedimientos
y de sistemas de creación y producción establecidos y casi momificados en la
costumbre de que "son así" son solo algunas barreras actuales de las
que nos debemos liberar para llegar a tener la potencia suficiente que nos
permita vislumbrar e ir en pos de El dorado del abastecimiento
para toda la humanidad.
La situación económica actual es un peso muerto que
debemos entre todos superar. Superar la especulación, superar la extorsión
política e institucional y las burocracias públicas que condicionan y
confiscan porciones enormes de desarrollo social y económico, superar las
necedades y los derroches de infinidad de cosas y de sacrificios, de vidas.
El proceso extorsivo público y el peso del financismo
cotidiano se debe resolver para comenzar a ver los resultados satisfactorios
de un nuevo despertar socio-económico universal y descansar en un nuevo
orden de relación que nos incluya a todos, a todos.
¿Dónde están los resultados de las revoluciones
socio-económicas se responde con la misma Realidad que vivimos?
Todo fue: a costa del sacrificio humano y de la
tierra, todo se construyó sobre una infernal plusvalía o supervalía
que ni siquiera Karl Marx se lo hubiera imaginado.
Esta realidad social global que compartimos no la
sentimos en verdad, ya que esta obnubilada por la idea, por la
maquinación de situaciones que grupos específicos de poder piensan que son
lo que debe ser, fuera, por supuesto de todo proceso y desarrollo natural.
La condición actual transfiere y transforma la Realidad que ya no se percibe
a través de los sentidos sino que fue monopolizada por la palabra,
por el impacto mediático y por la insistencia en la difusión de mentiras y
medias verdades. Hoy lo que vivimos es lo que llamo Idealidad,
una realidad pensada, abstracta.
Esta Idealidad oscurece y minimiza, olvida e ignora las
necesidades aún insatisfechas mundiales para existir en su propio mundo del
falso paraíso encontrado y definitivo.
Hoy, a principios del siglo XXI, no estamos mejor que
hace 250 años si sumamos logros y desarrollos y restamos sacrificios,
conflictos, y explotación de seres humanos y recursos. Es una cuenta a la
que hay que incluirle sufrimiento, degradación e indigencia extrema. Vamos a
poder estar mejor cuando vivamos como UNO el concepto de la Gran Aldea y
cuando ese UNO se sienta satisfecho en todas sus áreas de necesidades
existenciales físicas, intelectuales y espirituales.
Le corresponde a la economía social
satisfacer plenamente y en principio estas necesidades físicas, para dar la
tranquilidad que las necesidades intelectuales necesitan para potenciarse y
permitir la satisfacción, como último escalón, de las necesidades
emocionales y espirituales para llegar al nivel de la contemplación.
Términos como emoción, espíritu y contemplar están tan
alejados de la economía actual y del léxico económico que muestran
claramente el camino largo de transformaciones que hay que producir.
Términos como tranquilidad, calma, paz jamás se le ocurrirían a la economía
de hoy y sin embargo son el objetivo natural de cada cuál que se activa para
progresar y crecer.
Dos revoluciones industriales y más de 10 revoluciones
tecnológicas y aún estamos viviendo la existencia terrenal como un
purgatorio imposible de transitar y no es, evidentemente, por la falta de
sustancia de ninguna de ellas sino por la falta de contenido humano que la
humanidad no supo complementar.
El continuo de necesidad física-intelectual-espiritual,
se ve como camino único, lo cual no es cierto, ya que son infinitos los
modos y alternativas que se pueden seguir, es tan válido y útil si lo
invertimos a necesidades espirituales-intelectuales-físicas, o cualquier
otro.
En definitiva, decir que estamos mejor solo si sabemos y
nos comprendemos en los desarrollos que YA produjimos y si a éstos le vemos
la potencia para corregirse y avanzar con nuevos cambios hacia una
satisfacción plena de las necesidades básicas de la sociedad humana aún
vergonzosamente insatisfechas.
Si no comprendemos estas premisas "no estamos
mejor", porque el estado actual de cosas, sin comprender el poder y
el valor ético y moral humano en toda su intensidad y complejidad viene
desintegrando y colapsando la relación social y económica en cada nuevo paso
de su desarrollo traumatizando a sectores completos de la humanidad. Entonces,
la comprensión integral de nuestra situación individual económica y social
económica va a potenciar esa sensación de riqueza colectiva que le
está faltando a la sociedad humana, a pesar de los logros ya producidos se
hace imprescindible integrarlos a "lo humano" y lo humano es
todo y es a todos.