Iniciamos estas páginas diciendo que existe abundancia y
riqueza por doquier y que el gran error de la economía es ver al mundo desde
el ojo de una cerradura planteándonos que ella administraba los recursos
escasos que tenemos alrededor. Craso error.
También decimos que Descartes con su cogito ergo sum
-pienso luego existo- por un lado, potenció la mente humana al extremo de
lanzarla a la ciencia y a la tecnología actuales -además del pensamiento
social que desarrolló el ser humano en estos últimos siglos- pero por otro
lado condicionó a las personas a solo el pensamiento
descartando casi de lleno el poder de los sentidos. Esta
situación hizo que la humanidad utilizara del 3 al 5% de su poder de
conocimiento -el poder del pensamiento- dejando sin
significado útil el otro 95 al 97% que es el poder de los sentidos.
Descartes no cometió un error ya que propuso, correcta y magistralmente la
percepción de su momento.
Ambas circunstancias: los recursos escasos y
solo el pensamiento nos trajeron al mundo actual.
Proponemos resolver esta situación ampliando la
economía a todo y a todos, entregándole a la humanidad con toda su
potencia para activarla en un poderoso eficientismo social y
le proponemos cambiar el punto de arranque de su ingerencia en las
actividades humanas de estar centrado en el intercambio a nacer desde
el impulso que mueve a las personas a la acción, con la premisa
la necesidad es la madre de la acción. A su vez ampliamos el
cogito ergo sum a Siento luego Existo, Pienso entonces Soy,
resolviendo las restricciones anteriores.
Vivimos Un Milagro, el milagro de la
vida. Un milagro que por simple miopía muchos seres humanos no
pueden comprender, otros si. La carrera desesperada por la vida de las
pasiones y de las ilusiones desmedidas que la economía política facilitó y
la inercia que el financismo le imprimió en el último siglo y medio nos han
traído hasta aquí, y vemos.
Vemos lo que explicamos a lo largo de estas páginas. Y
porque vemos, sentimos y pensamos, proponemos cambios. Cambios
que son para que la humanidad pegue un salto hacia adelante equilibrando sus
funciones y su existencia. Y le sugerimos a la economía que sea el factor de
cambios porque sabemos qué y cómo puede la economía actuar inmediatamente
para conseguir rápido los resultados que necesitamos.
La economía sabe de las relaciones del mundo y de las
relaciones y circunstancias de la humanidad, pero se pierde -mejor dicho la
hacen perder- en un laberinto de insinuaciones y propuestas que por su
propia debilidad de "niña nueva y bonita" no supo controlar. Pero la
economía es responsable de todo el drama que ha producido y debe asumirse,
como fresca adulta, en toda su responsabilidad y plenitud. Por suerte ya
sabemos que vivimos un milagro y ese poder que vive y se le
entrega a la humanidad nos permite decir que no existe mejor poder para la
economía que el que ella sabe ver y administrar: la semilla de la
tierra y la genialidad del ser humano. Por eso hay esperanza, y por
eso estamos aquí, acompañando.
Abraham Ioshua Heschel dijo que hay que enseñarle
al ser humano a celebrar la vida. Celebrémosla.
Comprendamos que el milagro que vivimos de que la mayor parte de la
humanidad es saludable, bien dispuesta y activa y que utiliza sus cinco
sentidos con pericia y habilidad y que a estos los potencia con los otros
tres sentidos -el general, el común y el pensamiento- hace que tengamos
todo, absolutamente todo lo que se necesita para transformar la visión, la
conducta y la emoción para ser lo que debemos ser: íntegros y plenos,
por sobre las realizaciones de estos últimos siglos que tanto nos han
enseñado y mostrado abiertamente de todo lo que hay que cambiar para llegar
ahí: a ser lo que debemos Ser, Humanos.
Cada economista, cada uno, tiene la última palabra; dormir en las
ilusiones y fantasías de un cúmulo de errores que ha explotado generaciones
y construido guerras y conflictos o romper el cascarón y nacer a la vida
ayudando a construir la economía que la humanidad todavía está esperando y
se merece.