Son necesarias nuevas visiones de la economía.
La historia humana es la historia de las actividades
económicas con acciones que la caracteriza, con pensamientos que la
justifica, con estructuras que la regla y con proyecciones que la impulsa a
avances y a potencialidades que le van dando un sentido coherente y armónico
en cada tiempo y en cada lugar del planeta en donde la sociedad humana se
activa para satisfacer sus necesidades.
Todo se organiza y administra ayudando a que las fuerzas
de la sociedad y los procesos creativos y productivos humanos se desarrollen
con máxima libertad e independencia de acción y para que se implementen en
un orden socio-económico que lleva, en buenos términos, a crear riqueza,
confort y satisfacción de los requerimientos humanos, sin dejar de
considerar en estos avances los ajustes y conflictos sociales e institucionales
que se producen en cada uno de ellos.
Los resultados están a la vista y son parte de nuestras
vidas cotidianas: un capitalismo de trabajo y producción, para muchos
capitalismo salvaje y explotador, que mutó y/o fue absorbido íntegramente
por otro sistema de rendimientos financieros y de explotación económica que
llamo Financismo.
De un capitalismo de trabajo y producción sano con una
poderosa fuerza centrípeta que tomaba y le daba sentido a cuanta
expresión de creación y de producción física e intelectual humana le era
posible; un capitalismo que potenciaba y redistribuía en producto y servicio
todo esfuerzo y sacrificio humano se transformó, de manera casi encubierta,
en una fuerza centrífuga que comienza excluyendo procesos
tradicionales para la producción de bienes y de servicios, continua
excluyendo lo no útil de las economías reales para las pretensiones
financieras que no satisface y concluye con la exclusión de miles de
millones de personas de sus actividades económicas, de sus trabajos, de sus
vidas.
Algunas de estas exclusiones son primitivas, otras
ajustadas a estos tiempos y sus requerimientos... pero no lo suficiente,
y hasta excluye a otras de enorme potencial creativo y productivo pero que
no llegan a satisfacer las pretensiones de rendimientos financieros que
exige el Financismo o que no condicen con las pautas del mercado
ajustado y exigente en recibir solo las mejores alternativas que produzcan
rendimientos financieros efectivos e inmediatos.
Así la agricultura expulsa literalmente a millones de
personas de su seno. Familias que vivían vidas plenas en los campos, mucho
más allá y más completas que solo la producción agropecuaria, son
expulsadas. Se hacinan cientos de millones de personas en ciudades que son
nichos congestionados de destrucción humana y de contaminación ambiental.
Se expulsa parte de la economía que es rica en variedades
y sustancias. Se expulsa la economía real de vivir la vida en los lugares en
donde esta crece, y en donde siempre existió con sus propias riquezas de
variedades y de poderoso poder germinativo.
Se expulsa la economía real y natural de sentido común y
de asociación con la madre tierra aplicando un sentido artificial
publicitando de que los nuevos procesos hacen de la nada un vergel y crean
de lo poco abundancia, todo con el potencial genial del ser humano y de la
fertilidad de la tierra, cuando en realidad explotan al ser humano y arrancan
toda vida de la tierra hasta extenuarla y abandonarla yerma.
La economía actual impulsada por el financismo, sigue
excluyendo cada vez más la riqueza real y la variedad real y
la vida real en sus más bellas expresiones: de la agricultura,
de la ganadería, del comercio nacional e internacional, de la industria, de
las profesiones y oficios, actividades que durante siglos el ser humano supo
construir y hacer crecer. Hasta la tecnología y la ciencia hoy se activan
solo y hasta el punto en donde el financismo las soporta.
Todo se construye desde presupuestos de eficiencia y
efectividad financiera sobre bases reales de rendimientos futuros
financieros y NO desde el libre pensamiento y desde el libre juego de la
creatividad y de la producción humanas que han sido sistemáticamente
encajonadas en los más recónditos y oscuros rincones del olvido, porque
no rinden sus buenos pesos.
Si un emprendimiento no es grande, no interesa, si no es
suficientemente innovador, no interesa, si no tiene
capital financiero detrás, no interesa, si la persona que lo presenta no
tiene buen aspecto, no les interesa, si no tiene un estudio de
prefactibilidad y de factibilidad avalado por una consultora internacional,
no interesa, y así los rechazos se producen de a millones y la economía "que
si interesa" es la economía de unos pocos que tienen el capital financiero
para comprar lo que quieren y a quienes quieren.
Se hace creer que el pensamiento y la creatividad humana
están en crisis, o aún, que no funciona como debería funcionar. Crisis
impuesta por la dinámica infernal de un sistema de exigencias de
rendimientos financieros que quiere todo lo que da ganancias sin mirar a
quién se la saca y sin mirar qué se devora, deglute y destroza en el camino.
Es necesaria una nueva visión de la economía.
Incluir la imagen humana integral, darle
menos importancia a las matemáticas, a las estadísticas, a verla como una
herramienta de previsión y de proyección del financismo para
proyectarla a que sea valor humano en acción de creación y de producción
para todos y de todo.
Sacar a la economía del frío cálculo del número y
ponerle corazón humano, sentido humano, valor humano y visión humana.
La economía debe ser la disciplina que integre a todas
las otras ciencias y áreas de la actividad humana -porque son
actividad humana- y debe ser una disciplina y no ciencia porque así
va a tener la flexibilidad de interrelacionarse y compartir con todas las
ciencias y con todas las disciplinas los espacios de participación
interdisciplinaria sin sentirse extraña o no correspondida.
La economía está mirando a la sociedad y al mundo desde
una posición incomodísima, a través del ojo de una pequeña cerradura,
creyendo que la perspectiva desde ahí y de lo que ve "lo es todo".Está
equivocada.
La economía debe ser una disciplina con la posibilidad y
ductilidad para aceptar el cambio permanente, con el poder para absorber y
procesar ajustes a situación y a circunstancias de las más variadas
expresiones, estructuras y valores. Debe ser una disciplina para interpretar
y justificar la vida misma de la tierra y de las personas en actividad.
La economía debe ser de todo y para todos.
La rigidez de ciencia, de leyes, con fórmulas y con
normas acota los horizontes humanos y acota la economía que debe ser un
pensamiento abierto, un discurso abierto y una acción
cotidiana multifacética para todos.
Hoy, como nunca antes, el valor político y el valor
ideológico se impone para cualquier avance colectivo económico. Esta
situación invierte los procesos naturales de la acción humana en donde
primero es necesidad, después es acción y realización y en último caso -si
corresponde- pasa a tener valor ideológico o político.
La presión que produce el financismo que ingresa e impone
sus pretensiones comprando política regional, nacional, internacional e imponiendo
su pseudo ideología sobre mercados y sobre sociedades es inconcebible y
anula el libre albedrío y acción independiente de la actividad económica
como tal y de toda acción humana en particular.
Hoy se ve y se vive otra cosa que se demuestra
porque la gente ve otras cosas, vive otras cosas y sufre. Sufre
porque la economía no ve las faltas de las personas, no ve las necesidades
reales que tienen, no ve el enorme potencial efectivo y rico de los pueblos,
ni sabe cómo hacer para canalizarlo hacia el bien común transformándolo en
un amplio espectro de beneficios sociales para toda la comunidad mundial.
La economía de hoy solo ve lo que le imponen que vea y
esta situación la hace minusválida e incapaz de representarnos y de
ser parte del todo universal y humano en acción de creación y de producción.
Podemos despertar y despertarla con nuevos desafíos, con
nuevas visiones y con un amplio debate académico y público que implemente ya
nuevas actitudes y conductas que nos den sentido económico integrador de
todo y de todos avanzando hacia una humanización de lo económico útil.
Hay naciones con gobiernos y sistemas fuertes y otras con
gobiernos y sistemas blandos de acuerdo a la permeabilidad y adaptación que
tienen a los cambios que sus estructuras institucionales públicas y sus
sociedades aceptan y asumen.
La capacidad de pueblos a adaptar sus valores,
principios, actitudes y conductas a circunstancias nuevas y a requerimientos
en las relaciones con otras naciones hacen más fácil o más difícil la
convivencia y el marco económico en general.
Es desde las naciones con gobiernos blandos en donde los
cambios más profundos deben comenzar, ya que son estas estructuras
institucionales públicas y sus bolsones sociales privados de poder, en donde
las más aberrantes e injustas imposiciones políticas, ideológicas, económicas
y sociales afectan a sus sociedades y al hábitat en donde viven.
Tomar como modelo de cambio a la Argentina y a los
argentinos, con todas sus riquezas y sus miserias plenamente expuestas y
conocidas, es un excelente campo para iniciar la acción de cambios.
La corrupción pública en todas sus instancias y el
maltrato público en todas sus formas ya están sistematizados e
institucionalizados en países como la Argentina, degeneraciones
estructurales que se han realizado sin esfuerzos y casi sin resistencia
alguna. En cualquier instancia de la relación individuo-institución si se
presenta un beneficio económico o financiero "sustancioso" a conseguir, se
deja de lado todo contrato, convención o ley moral para ganarse el beneficio
"extra" ofrecido.
Por qué presento el tipo de gobierno y la corrupción
pública en un título como Cambio de paradigmas de la economía,
porque la economía real ha sufrido el embate de cambios impuestos por el
financismo a través de la alteración de las estructuras, de los objetivos y
de las obligaciones públicas de los gobiernos y éstos han sido desestructurados
en sus roles por la corrupción pública en todas sus áreas y formas.
Si nos intencionamos a cambios profundos de la economía
éstos no se pueden producir sin tener en cuenta cambios, también profundos,
en los sistema institucionales en general y en los modos de la sociedad en
particular.
Sobre estos conceptos se construyó la propuesta de Un Mundo Un
Pueblo para un avance democrático hacia una Democracia de
Participación Directa en el campo de lo social e institucional
público, y en el campo económico la propuesta de esta obra Teoría de
la Necesidad -El eficientismo social- Una economía de Todo y para Todos.