Estamos aportando a una expansión de la economía. Por el
lado de la teoría de la necesidad hacia lo humano, por la incorporación de
la Democracia de Participación Directa hacia lo social e
institucional y por el apéndice II de la Economía Racional la
construcción de elementos neutros que permitan con un enorme grado de
eficiencia y de puntual efectividad construir la economía mundial con un
gobierno mundial fuera de toda ingerencia política o ideológica.
Cómo trabó la independencia y neutralidad de la economía
real la política y las ideologías es un tema serio, para analizar y
cuantificar.
Comenzando con la participación de los sectores
aristocráticos ingleses en los pensamientos y diagnósticos y definición de
leyes y reglas de la economía política de hace siglos, hasta la
participación gremial en las paritarias de hoy con sectores de la economía y
de las finanzas y del estado aportando sus impulsos e intenciones netamente
políticas y de intereses creados -por no incorporar las distintas ideologías
que hoy están sepultadas en el olvido-, la cosa se hace muy pero muy difícil
de desmenuzar. Creo, sin temor a equivocarme, que la economía brilla por una
ausencia total y absoluta en cualquier tipo de gestión en la cual se la
utiliza para convocar, pero se la descarta para decidir.
¿Dónde quedó la economía de todos? ¿Qué derechos
económicos nos quedaron realmente a disposición? ¿Dónde está el juego libre
de las acciones económicas de todos los días? ¿Hay libertad? ¿Hay
independencia de acción? O todo es un juego de imposición tras imposición.
Se siente que es esto último lo que nos activa, lo que nos mueve.
El estado natural de lo económico es: en absoluta
libertad e independencia de creación y de producción, así debemos construir
la nueva economía social. Para ello, el ser humano debe ser libre y
responsable ante la sociedad de sus propios actos y objetivos individuales y
sociales.