Hablar de capitalismo de trabajo y producción
es hacer referencia a aquel capitalismo primigenio, original, que se
constituyó cuando el Ser Humano comenzó a pensar en cómo utilizar mejor los
recursos naturales y su propio esfuerzo. Aquél capitalismo surgido del
mercantilismo donde todavía estaban en puja producir para satisfacer necesidades
y producir para vender y comerciar. Hablar del capitalismo utópico de las
dos revoluciones industriales en donde la fórmula era: mejores formas de
trabajo, excedentes, ahorro, inversión sobre la producción, y el ciclo se
repite en otro nivel superior, un nivel más desarrollado.
Esta intención de trabajo racional y de producción
racional debería haber llevado a incrementar de manera paralela el
equilibrio de las actividades económicas junto a aspiraciones morales y
éticas de un despertar del ser humano más íntegro. Tales aspiraciones no se
cumplieron, a pesar de que hubo gritos de alerta éstos no
pudieron con la mala pasión humana: la avaricia, la codicia, las guerras y
la lucha por la dominación.
Hoy, el trabajo para la producción de bienes y servicios
y la explotación de los recursos naturales distan mucho de tener
parámetros de contención de abusos y de excesos. La idea de producir más
a cual-quier costa y al costo mínimo busca sus nichos a lo largo y ancho del
mundo, busca la explotación del hombre y de la tierra dónde y cómo sea. No
hay límite, no hay observación del otro como semejante, no hay regla ni
derecho que contenga esta voracidad. El perfil que nos muestra el
capitalismo de hoy -financismo- es la sombra de lo que fue el
original y es infinitamente más perverso y depredador.
La producción humana en cualquiera de sus formas, salvo
en raras, contadas y nuevas excepciones, no se auto limita y en general es
la misma política la que le ofrece legislación de apertura y de vuelo para
que alcance horizontes de desarrollo cuando en realidad devuelve
destrucción y miseria.
Es más la codicia, es más la sensación de sobrevivir la
que mueve y hasta violenta al ser humano a la acción de producción que la
conciencia de desarrollo positivo natural, armónico e integrado, dentro de
un marco de libertad e independencia moral y ética natural. Buscar
riqueza con la producción o con el servicio se reduce a llenar el cofre
de monedas para después gastarlas para protegerlas y para tratar de
superar miedos personales y sociales introducidos por las mismas inercias
salvajes de la competencia y de la estúpida acumulación.
Hay que incluir en el análisis que el disfrute y
evaluación de lo que es riqueza lleva en sí el costo material, el costo
humano y de los procedimientos que se utilizan para conseguirla, todos
costos ligados a una consciencia humana superior, cargada de valores y de
principios a realizar de una sociedad superior íntegra y no tan solo rica
materialmente, búsqueda que está en antípodas alejadísimas de los valores
actuales.
El Eficientismo Social se proyecta como una
suerte de Capitalismo de Trabajo y Producción Humanizado por
límites y condiciones conceptuales de utilización de la actividad humana y
de los recursos de la tierra. Una actividad humana que produzca riqueza en
función de la reproducción de los elementos renovables y de la integridad
humana de todas sus necesidades y no solo de la simple explotación, derroche
y/o atesoramiento de los elementos no renovables planetarios. El
Eficientismo Social busca articular al ser humano íntegro, completo.
Cada límite establece acuerdos entre características y
necesidades sociales, entre cada tipo de tierra en la que se habita y entre
las circunstancias especiales del pueblo que se proyecta al resto de otros
pueblos.
Establecer límites para la orientación del capitalismo es
transformar la actividad económica viendo el todo y viendo a todos en
sus propias necesidades de desarrollo social y económico.
El capitalismo ha resultado ser el sistema económico más
viable para conseguir que el ser humano se realice, pero no definirlo dentro
de un macro marco socio-elemental concreto de movilización y de utilización
de sus recursos, tanto humanos como físicos, ha hecho que se mezclaran y
gastaran infinidad de elementos de todo tipo que han dañado a nuestro
planeta y a nuestras vidas en sociedad. Seguimos experimentando y explotando
la tierra buscando subyugarla en provecho de unos pocos, en vez de orientar
estos esfuerzos y realizaciones hacia un desarrollo infinito, renovable y
sustentable para todas las generaciones futuras y de todas las personas en
actividad.
Existe un orden parejo natural en la utilización del
capital de la Actividad Humana y del capital de la Tierra que es necesario
respetar y del cual se debe aprender a mantener un equilibrio de máxima
productividad que no rompa sus elementos y factores motores de productividad
y fertilidad naturales y es el Capitalismo acotado -dentro de
límites máximos y mínimos- lo que nos va a permitir hacerlo.
Las teorías y escritos sobre el tema se siguen sucediendo y parecen no
hacer mella en el actual monopolio del financismo y su tozudez de seguir
queriendo esconder el enorme e irreparable daño que produce a su paso para
mantener una artificialidad e insistencia en sus valores de codicia e
insensatez que sí o sí la Ley de la Naturaleza está enseñándonos
que debemos revertir en el menor tiempo posible. Hacia esta reversión vamos.