Por qué presento mezclados temas de una y otra
extracción y por qué no los ordeno de manera secuencial de acuerdo a una
forma de presentación, es lo que seguramente muchos lectores se preguntan.
Aquí la respuesta:
Porque La Teoría de la Necesidad no debe
ser un compendio estricto que cumplir sino que es una invitación a
todos a pensar una nueva economía.
No es una fórmula a aplicar, ni un abc de
instrucciones impositivas, sino que es una sugerencia de cambios de
actitudes y conductas a compartir, y así quiero que se entienda para que
tema por tema, propuesta por propuesta, idea por idea LIBREMENTE
juegue en la mente de cada uno de nosotros para permitirnos, fuera de toda
forma, crear y aportar lo de cada uno.
Ya poner mis imágenes en lenguaje es muy restrictivo de
lo que siento y sentí durante el proceso de creación, mucho más sería
ordenarlo para que la estructura mande sobre las ideas presentadas.
La propuesta de cambios individuales, sociales,
institucionales, políticos y económicos es muy amplia y abarcativa como para
ponerla en cuerpos orgánicos para el estudio y si fuera así seguro
destruiría en primer lugar los espacios para la propia creación del lector y
después las visiones, imágenes y paisajes internas que me movieron a
escribir esta obra.
Hecha esta aclaración, creo que dos síntesis de males que
nos aquejan, que suman fuerzas negativas y que nos llevan de las narices
hacia sus objetivos de mezquindad son los monopolios y monopsonios,
unos concentración de las ofertas, otros de las demandas en un solo
proveedor o en un solo cliente.
Cómo se llega a que millones de personas en actividad
sean absorbidas por uno es tema tratado en estudios ya realizados. No solo
es concentración de oferta y demanda finales sino que es manejo durante años
de infinitas actitudes, conductas y procedimientos que, a través de
políticas premeditadas, fueron canalizando todo a una sola oferta o todo a
una sola demanda destruyendo las riquezas de aportes y variedades de
millones de personas.
El trabajo que hace un monopolista o un monopsonista es
continuo y perseverante, vive para quedar solo y para hacer él o ella todo
el negocio.
Seguramente fueron décadas de ir podando variables y
valores humanos, de ir cortando aquí y allí visiones de objetivos creativos
que millones de personas, uno a uno, fueron generando para ir cayendo de a
poco en una sola opción antes de ser liquidados definitivamente. Cayeron en
un solo pensamiento, en una sola salida antes de ser expulsados para
siempre.
Y lo que era la oferta perfecta ó la demanda
perfecta, la participación de millones vendiendo y comprando, lo que era
todo diversidad y variedades de formas, de relaciones, de participaciones
fue aniquilado por la oferta una y única y por la demanda una y única. A la
corta engañando y explotando al consumidor o al usuario final.
En este tipo de concentración existe una responsabilidad
criminal en políticos y en economistas que le hacen el juego a los grandes
capitales para la concentración de ofertas o de demandas, no sin llevarse
sus respectivas tajadas en coimas, en participaciones, o en favores de
cualquier tipo o especie.
Es grave, muy grave, el síntoma y la situación a la que
llegamos porque nos habla de discriminación, de segregación, de
autoritarismo, de controles y de imposiciones, nos grita esclavitud y
servilismo, clientelismo y explotación, estados que no deberían existir en
las relaciones entre seres humanos.
Pero existen y están siendo impuestos con más y más
insistencia por la presión del financismo y por la factibilidad del manejo
de políticos y funcionarios públicos en favor de estos pulpos de mercados
condicionados.
Estos estados no son económicos, son financieros
y no existe mejor campo para visualizar los regímenes de penetración del
financismo que estos grandes monopolios y monopsonios.
Todo se reduce a hacer caja y a canalizar
los fondos efectivos hacia áreas de especulación y rendimientos financieros.
Ya no son más el balance general y las cuentas
patrimoniales, es solo el estado de origen y aplicación de fondos y los
rubros líquidos y en efectivo.
Toda participación humana y todo esfuerzo y diversidad se licua y diluye
de esa manera.