Uno es niño/a y recibe sin darle importancia a lo que
recibe, solo quiere estar cómodo/a con su estado natural de bienestar
cuando algo dentro de él le molesta: el hambre, el frío, la falta, la
soledad.
Es la experiencia, el roce con la vida lo que poco a
poco, o de a mucho, nos hace percatarnos y ver más allá y más profundo del
tomar y del dar sin valorar el acto de entrega o de recepción. Es el grado
de consciencia hacia el otro lo que lleva a algunos a vivir en el otro o que
el dolor y el sufrimiento del otro viva dentro de uno mismo, se llama
com..pasión. La pasión del otro y de uno compartida. La entrega
desinteresada y la simpatía hacia otros se llama benevolencia.
Cuando estos percatarse van afectando las valoraciones de
nuestros actos o de nuestras relaciones el ser individual se va
constituyendo en ser social y así el uno se transforma en muchos y pervive
más allá de su propia y particular esencia, porque la sociedad jamás muere.
Todos nuestros sistemas de convivencia deben ser
equilibrados y eternos, nunca acabantes, siempre presentes y hacia la
infinitud de los tiempos y de las generaciones. Pero a su vez, deben ser
siempre modificados, siempre mutantes. Así la economía social que estamos
visualizando. Un sistema iterativo, continuo, de esfuerzos naturales y de
abundancia de todo y para todos.
En estos progresos de la persona algunos acumulan bienes
que llamamos de capital. Les decimos de capital
porque son producto del ahorro de lo que no se consumió y además porque son
importantes para el producido de otros bienes y de otros desarrollos
económicos. Son bienes que no se van, que quedan y que permanecen son bienes
de inversión, la última etapa de la fórmula del capitalismo: trabajo,
ahorro, inversión.
Pero he aquí que pareciera que la mente y la actitud de
las personas cambian junto con el avance de su condición dentro de la
fórmula que nos presentó el capitalismo de trabajo y producción. Así la
persona que trabaja no tiene la misma actitud ni conducta que aquella que
ahorra y también es muy distinta a la que invierte, es natural que así sea.
Primer nivel de concepción interpretativa asumido: estamos de acuerdo en que
así sea. Son pasos naturales en las etapas del desarrollo de cada persona o
de una sociedad.
Pero en qué punto o en qué nivel de consciencia debe
estar una persona cuando estando en cada uno de esos estados de relación con
el trabajo, con el ahorro o con la inversión, se lanza a una feroz
especulación. ¿Qué es especular?
Hemos dicho que la fórmula del financismo, el cáncer del
capitalismo de trabajo y producción, es: crédito, especulación y rendimiento
financiero, así que definir especulación es fundamental para nuestro
análisis.
Dice el Diccionario R.A.E.: Especular (l.speculári,)
tr. Examinar, mirar con atención una cosa para reconocerla. 2.fig.Meditar,
contemplar, reflexionar. 3. intr. Comerciar, traficar. 4. Procurar provecho
o ganancia con cualquier cosa.
De Especulación dice: (l. spéculatio, -ónis.)
f. Acción y efecto de especular. 2.COM. Operación comercial que se practica
con mercancías, valores o efectos públicos, con ánimo de lucro.
La cosa no pareciera que fuera tan mala por lo que el
diccionario la define; sin embargo, en nuestros tiempos suena horrible y
muchos le atribuimos ser el exceso, o por lo menos el origen, de todos los
males. ¿Por qué?
Meditar, no está mal, contemplar algo, tampoco,
reflexionar es algo natural y loable; examinar, mirar, reconocer con
atención algo también, entonces por qué especular está mal visto y por qué
le atribuimos tantos males.
Porque para todo hay una medida y cuando esa medida se
pasa está mal. Podemos comer, pero cuando es gula hay que rever la actitud
de alimentarnos. Podemos ahorrar pero cuando hay una actitud de avaricia y
de sacrificios hay que rever nuestra actitud. Hasta podemos donar o
participar de la caridad, pero cuando esto se transforma en una condición
compulsiva y traumática debemos mirarnos para adentro, repasar nuestra
historia y la historia de nuestras relaciones y llegar a buenos términos de
comprensión con ellas y solo entonces seguir dando, o recibiendo.
Todo exceso importa una alarma del ser y debe ser
analizado, por uno y por los otros que lo rodean. Pero recordemos
que no son patrones fijos, en la juventud, un exceso es aprendizaje, mañana
en la adultez ese mismo exceso es devarío y deleznable.
Pero el tema nuestro es esa especulación a la que llegó
el sujeto cuando la fórmula de meditar, contemplar, reflexionar le dio
resultado y pasó del trabajo, al ahorro y a la inversión en bienes de
capital y aún sigue buscando especular más allá de todo lo humano que dejó
en el camino. Su tiempo de vida, su compartir con otros, sus espacios de
existencia sentida y natural.
Cuando la especulación es la parte del comercio a
cualquier costa, o la contemplación obnubila su condición de ser humano y de
ser parte del ambiente en el que vive -en términos de ecología-, y como
anteojeras la especulación no lo deja ver el resto del paisaje humano o
ambiental, la cosa está mal, muy mal. Este exceso daña a otros, aunque uno
no los vea. Este exceso daña a la madre tierra, aunque uno no la quiera ver
desgarrada o no pueda interpretar el daño que le está haciendo.
El exceso de especulación al invertir en acciones de un
fondo de inversiones mineras en Vancouver -God´s Land- que compra tierras en
los Andes Argentinos para explotar, taladrar y agujerear en busca de
"tesoros mineros" -para "el desarrollo"- es malo muy malo. Porque tanto es
la tierra de Dios la British Columbia en donde está Vancouver, como los
Andes Argentinos donde están viviendo tres familias mapuches.
Es este tipo de excesos de especulación, que hace que
cientos de millones de personas miren mal a los comerciantes, a los
industriales, y a las personas del campo porque estos cientos de millones
-que odian comerciar- no pueden distinguir entre la producción agropecuaria
sana, útil y rica en variedades y especies de la producción compulsiva,
intensiva, depredadora y especulativa del monocultivo. Pero la diferencia en
el ánimo y en la actitud e intenciones de un agricultor y otro es más que
evidente. Uno vive del campo y le da un servicio útil a toda su comunidad,
el otro la explota pase lo que pase y caiga quien caiga, siempre mal
justificando su voracidad.
Todos debemos preocuparnos y ocuparnos de semejantes
excesos y ponerle límites antes de que los procesos especulativos
destructivos terminen por arrasar nuestro ambiente y nuestras vidas. Antes,
sin aceptar ningún tipo de justificación en contrario, debemos salvar lo que
sabemos que indefectiblemente es campo de agresión del exceso y del abuso.
En general, es en el nivel del manejo de los bienes de
capital en donde este síndrome de la especulación cala más profundo en las
acciones de las personas y de las compañías -que no son abstracciones sino
que son voluntades y decisiones de personas reales como cualquier otra-.
Frenar la codicia y la avaricia de la especulación
malhabida en cuanto aparezca, nos va a devolver la humanidad socializada que
nos han robado y que hemos perdido por los imperativos de una supervivencia
que llaman "de desarrollo" en la que mucha de las sociedades mal llamadas
"capitalistas" han caído. Son sociedades de puro financismo y
especulación.