Los miedos, en especial a correr riesgos, y muy
especialmente cuando existen inversiones grandes de capital financiero -por
ejemplo, en economías de profundidad- generan procesos decisorios
especulativos y negociaciones de protección de las inversiones
igualmente complejas y ajenas a la operatoria económica específica en sí.
Cuando es así, por un lado, se toman las decisiones
financieras como la protección del capital, el rendimiento y retorno del
mismo, y por otro lado, se toman las decisiones económicas que hacen al
proyecto.
La falta de flexibilidad para la transferencia de activos
productivos en industrias de profundidad y los miedos al cambio, hacen el
campo fértil para las grandes finanzas que, a través de mecanismos
especiales, generan instrumentos de protección en cascada a cada paso
del desarrollo económico programado obligándolo a rever sus etapas naturales
para ajustarlas a las exigencias del capital invertido.
Este mecanismo decanta también a negocios de mediano y
pequeño calado en donde el capital financiero es garantizado con bienes que
hacen a la misma actividad productiva, lo cual lleva al productor a asumir
el cien por ciento del riesgo pasando de vivir de su negocio y del
desarrollo normal del mismo, a tener que sobrevivir de su actividad
por la simple razón de que si fracasa perdió todo, tal vez porque tiene algo
hipotecado, por ejemplo.
En negocios de gran envergadura, las garantías sobre
créditos recibidos se obtienen del mismo mercado financiero donde muchas
veces el mismo entramado financiero construye redes inexpugnables en donde
el delito liso y llano de la misma operatoria es moneda corriente.
Ejemplos de este tipo sobran por doquier y día a día van a seguir creciendo
hasta que el financismo sea reducido a su lugar de complemento del capital
productivo dejando su pedestal de soberano usurpador.
El capitalismo de trabajo y producción fue hundido a las
profundidades de la desesperación por la supervivencia, perdió la conciencia
de qué es lo importante: la satisfacción plena de cada ser humano, y se
complicó en un intríngulis de estratagemas y de tácticas del sálvese quien
pueda y de cumplimiento de las exigencias del capital financiero.
Satisfacer las exigencias del financismo que están
incorporadas dentro del laboreo humano y dentro de la explotación de la
tierra no le es fácil al productor de bienes y servicios.
Andar especulando a diario con el trabajo de uno,
en el comercio, en las profesiones, con la industria y en el campo para ver
cómo hacer para sobrevivir en esta jungla de recursos
escasamente creados escasos, cuando vemos por otro lado abundancia por
doquier, no es nada fácil.
Sufrir cuando se podría gozar de la actividad cotidiana y
mil ejemplos más que se repiten hasta el mar... como dijo el gran poeta.
Los cuatro factores que aceleraron al financismo a su
actual inercia demencial e incontrolable son:
1- La Teoría Monetarista de Milton Friedman.
2- Las Bolsas de Valores de 24 horas.
3- El Nivel de Desarrollo del sistema Informático y de
comunicaciones Global.
4- La Incorporación de sociedades de alta eficiencia y
efectividad en los mercados financieros.
Son cuatro puntos que hay que tener presentes y sobre los
cuales hay que trabajar para descomprimir al financismo y liberar al
capitalismo de trabajo y producción.
Le hemos descubierto la enfermedad al Capitalismo, es una
enfermedad terminal -cáncer- la decisión es clara: ella o nosotros. Es la
especulación y el bienestar de pocos o es la creación y la producción de
todos. Es la supervivencia de la humanidad o es la celebración a diario de
una vida plena y llena de satisfacciones, dignidad y orgullo. Es por sí o
por no. Así de simple. Usted decide.