El interés y el rendimiento real y productivo del Ser
Humano se evaluarán correctamente cuando éste comprenda profundamente el
beneficio de su creación, de su producción y del fruto de la tierra como
integradores múltiples y amplios de parámetros que, hoy por hoy, desde
la economía son de muy difícil comprensión y evaluación.
El Ser Humano y la sociedad comprenden real e
íntegramente el beneficio del esfuerzo y de los sacrificios cuando el
interés y el rendimiento le traen sosiego, seguridad y pueden descansar en
el concepto de la tarea cumplida y del rédito realmente ganado.
Interés real no es solo un valor cobrado o
pagado, el interés real es el resultado de elementos complejos aplicados a
la actividad humana o de la tierra; estos elementos complejos jamás
pueden producir un resultado No Complejo, como es el interés financiero,
por ejemplo. Visualizar un resultado simple de un proceso complejo es miopía
intelectual y es hacia donde ha sido arrastrado el ser humano moderno:
tanto por tanto y así de simple.
Esta situación de simpleza se da por haber excluido, por
haber cerrado los ojos a todo lo que no le convenía ver al financista o al
explotador del hombre y de los recursos.
Activar una estructura múltiple y rica en valores de todo
tipo como es un hombre o una mujer, y esperar que se pase la vida en la
misma posición de creación o de producción, por un simple Sueldo, es
el fin del continuo de la ignorancia. Y no es necesario ir muy lejos
para comprenderlo y ver lo que está resultando.
En otra parte de este libro se habla de ocuparse,
pre-ocuparse, des-ocuparse y des-pre-ocuparse, conceptos que viajan
dentro de la acción humana por carriles distintos al del emplearse y
desemplearse y cuyas implicancias también suman de muy distinta manera
en las dinámicas socio-económicas y personales, diferencias que no hay que
descartar sino más bien que analizar en profundidad y ser muy
cuidadosos en su tratamiento por ser muy distintos estados del ser.
Hoy, la restricción de libertad e independencia
en la que se mueve el individuo social que se ocupa en cualquier tipo de
actividad creativo-productiva hace que el sujeto, antes que nada, pierda su
creatividad natural inicial, así, una vez que ha balanceado su nuevo existir
entre aporte creativo-actividad producida; es decir, que
redujo su propio aporte personal bajando su interés inventivo, su
participación y personalización en el hacer, comienza, ante la continua
presión de su actividad a reducir su productividad, produciéndose entonces
el segundo nivel de ajuste para mantener un balance existencial entre
aporte propio-rendimiento real del trabajo producido.
La tendencia mezquina en la relación Ser Humano-Trabajo
Producido, sigue y sigue, hasta llegar a achatar y a alienar a los seres
humanos, dejándolos siempre con la sensación amarga de "Trabajar",
cuando toda actividad y esfuerzo debería devengar en júbilo, satisfacción y
alegría de haberlo -haberse- realizado.
Cuando el hedonismo y el nihilismo se imponen en toda
actitud cotidiana, es hora de rever las condiciones de la existencia humana
y la economía tiene mucho que ver en todo ello. Cuando se llega a la gula,
al consumismo, a la apropiación sin límite, al no ver la desgracia en el
otro producida por las propias acciones de uno es hora de cambios.
Sendas posiciones hedonistas y nihilistas son
aplicaciones de la Política de la Inclusión y de la
Política del Reflejo que se utilizan para reducir la culpa o la
responsabilidad que les cabe a aquellos que aplican excesos y codicia fuera
de todo límite sobre individuos y sobre la sociedad en general.
Es similar al manejo que hicieron los imperios
simplificando la teoría evolutiva de Charles Darwin, diciendo: gana el más
fuerte, y así manejaron a gusto y piaccere acciones perversas de todo tipo,
guerras y conflictos mal justificados e interpretados de la teoría de
la evolución.
Así, volviendo al Interés Productivo, éste no es
importante por sí mismo ni en sí mismo sino que debe ser tomado como el
excedente de valores que, por su poder de germinación y por su potencia de
crecimiento, producen una explosión para fuera de sí mismos y generan ese
plus que nos permite después consumirlo bien o desperdiciarlo y gastarlo sin
control ni justificación.
El resultado del interés productivo es utilidad de
factores de alta consideración, es como si tuviéramos que ver a la
gallina de los huevos de oro en cada creación y producción humana o en cada
creación y producción que nos muestra y entrega la naturaleza, en cada una
de esas expresiones y entregas está el poder del interés productivo; más que
eso, no es ver a una gallina sino a infinitas gallinas que andan
entregándonos desinteresadamente un producto que a ellas les es natural y
que producen sin esfuerzo y que para la humanidad es la vida.
La codicia no ve a la gallina, sino que ve las riquezas e
imagina su bonanza dentro de su mismo egoísmo; ataca y mata al factor
económico que sin esfuerzo y sin pedir nada entrega para el consumo
su precioso producto.
El interés real y productivo es, antes que nada, de costo
casi cero, es antes que nada un regalo. Es un regalo concreto y tangible, es
un regalo que satisface una necesidad insatisfecha y es un regalo que, en
general, viene cargado con una potencia de su propia reproducción si no lo
consumimos, que asombra y maravilla.
Así, lo productivo puesto a trabajar vuelve a generar más
excedentes, más satisfacción, más intereses y el ciclo se repite hasta lo
infinito. Solo una maquinación muy desfasada e imbécil puede crear, mantener
y justificar condiciones en contra del orden natural de riquezas
establecidas entregadas al mismo ser humano, entrega que además nada
pide a cambio.
Conceptos como el abastecimiento utópico y
las zonas de comodidad del ciudadano, se tratan más adelante. Qué es
trabajo, y cuánto tiempo cada persona debe dedicar a producir elementos o
servicios útiles para sus semejantes son partes que se desprenden y
linkean en este título del interés real y productivo. Recordemos estos
conceptos porque van a surgir de manera re-evolutiva como
cambios estructurales de la actual economía.