Se pasó de una etapa de aprovechamiento natural de la
dermis planetaria útil y potente durante millones de años, a un
descubrimiento y utilización salvaje de la epidermis planetaria en
estos últimos cientos de años, situación que complicó los procesos de
producción naturales y de las abundancias de la tierra para dar satisfacción
plena al ser humano y a todos sus cohabitantes planetarios.
La edad del hierro, un despertar humano. La edad del
bronce, otro nuevo despertar humano. La idea del metal precioso como
identidad de riquezas y soporte del patrón de intercambio, los acompañó.
Inventar la moneda como elemento de fácil relación de
intercambio, despertar humano. El redescubrimiento del comercio como
sistema, el mercantilismo, otro milagro del desarrollo humano, un
nuevo despertar.
El crédito fácil del papel firmado para cobrar en
cualquier otro lugar. El poder de la reputación y de la acumulación para
hacer negocios o liberar riquezas celosamente guardadas en cofres que hasta
hoy desnudan, cuando se abren en las mentes ajenas, los más bajos instintos
de codicia y poder, éste fue otro despertar del ser humano del más aquí de
una larguísima historia.
Descartes con su cogito ergo sum -pienso
luego existo- habilitó e iluminó el camino para pensar y pensar y
pensar más... no siempre mejor. Y se gestaron con este impulso, la
primera y segunda revolución industrial y después de éstas las ya
incontables revoluciones tecnológicas.
¿Uso? No. Abuso de todas las formas. Pero
es un abuso que no puede culpar a nadie, mucho menos responsabilizar a
alguien. Es parte de la esencia humana... dicen, yo lo dudo y digo
que es una muy pobre y miope definición de la esencia humana.
Primera etapa del desarrollo mundial, utilización de la
dermis planetaria; segunda etapa del desarrollo mundial, la explotación de
la epidermis planetaria y hasta la mismísima explotación del caracú y
de la médula espinal terráquea, todo para conseguir las riquezas que
nuestra socia tiene enterradas y que atesora con tanto celo -¡!-
Así, con este tipo de ilusión y fantasía, la humanidad
fue alejándose de los patrones del milagro natural, abundante e infinito
para el aprovisionamiento de recursos incalculables para la supervivencia
física. Y estas ilusiones y fantasías con el tiempo y con los procesos
inventados llevaron al imperio de la insensatez, de la destrucción y de la
escasez crónica.
Tercera etapa, aún por gestarse, el retorno, con
todo lo aprendido en las dos etapas anteriores, a la utilización
infinita de la dermis planetaria en términos de una absoluta consciencia
superior que nazca y se cultive de la propia consciencia humana.
El poder de la mente debe retornar al poder de los
sentidos.
El poder de la tecnología, en todas sus formas, debe
llevar al poder de sabernos plenamente satisfechos en elementos y
valoraciones que la misma tecnología no puede dar, porque son campo
exclusivo de la emoción y del espíritu humanos.
Así, siento luego existo, pienso entonces soy,
es el nuevo despertar hacia el cien por ciento del poder humano para nuestra
inmediata nueva etapa de desarrollo mundial.
Debemos volver a la etapa futura de la recolección
pero no como proceso natural sino como desarrollo y aprendizaje de una
valoración consciente de todo lo que nos dio y de todo lo que nos sacó la
explotación de la epidermis y de las entrañas de la madre tierra.
No es necesario preguntarse más cuáles fueron los
beneficios y los perjuicios que produjeron, ni tampoco hacer más
diagnósticos, existen ya miles de libros que lo explican y gritan a voz en
cuello; sí es necesario plantear que el retorno a una utilización racional y
consciente de los recursos planetarios no es solo de incumbencia de la
ecología o de los movimientos ecologistas o ambientalistas, ésta es una
cuestión de profunda raíz existencial de cada una y de todas las personas
que, para bien o para mal, vivimos en sociedades que se nutren de la
explotación y de lo que llamamos economías de profundidad en última
instancia en perjuicio de nosotros mismos, de los otros, y del equilibrio
ecológico y ambiental planetario.
Sociedades que buscan el confort y el bienestar a costa
de la infelicidad y del sufrimiento de otras sociedades y economías no tan
actualizadas ni insidiosas. Sociedades que producen derroche y explotación
imposibles de recuperar.
Pero si recuperar lo explotado y devastado es imposible,
por lo menos sabemos que retornar a las economías de superficie con el
potencial de lo aprendido en estos últimos siglos es posible y necesario si
involucramos a cada ser humano en los cambios que se necesitan producir.
Enseñarnos los errores y los abusos que se han
cometido, enseñarnos respeto y consideración por el otro y por la madre
tierra. Enseñarnos a cambiar y no a estancarnos en mal justificaciones que
solo certifican la destrucción, la violencia y el exterminio.
La consolidación de nuestra nueva etapa
socio-económica: las economías de superficie, como único e
imprescindible camino a la riqueza plena e íntegra físico-existencial y
espíritu-emocional para un ser humano realizado y completo, es el camino a
transitar y la nueva etapa del desarrollo mundial.