De los años 1400 a los 1700 se planteaban ideas de
cambios profundos sociales, económicos y políticos, éstas, a mediados de los
1700 se comenzaron a consolidar en conjunto de ideas que llamamos ideologías
y estas ideologías nos llevaron a armar en los 1800 estructuras
políticas e institucionales que contuvieran y pusieran a funcionar
aquellas ideas e ideologías.
Cuando se arman estructuras y sistemas ideales e
idealizados, con los que estamos de acuerdo y los aceptamos como válidos
para satisfacer algún tipo de necesidad, la idea propia y/o ajena aceptada
tiene un grado de verdad y de concretud muy cierta para la persona o grupo
social que la piensa, siente y que la considera válida y aceptable.
El conjunto de ideas son estructuras de ideologías
convencionalizadas que están constituidas por ideas madres
de absoluta e irrefutable verdad para cuantas más personas mejor: la
realidad tal-cual-es- e ideas justificantes, ideas que
aportan sus imágenes para, justamente, justificar las ideas madres
cuando éstas no son tan convincentes para otros.
Las ideologías son: 1- ideas madre, más 2- ideas
justificantes.
Las ideas son: 1- imágenes mentales, más 2-
sonido -lenguaje o símbolo que la transmita-.
El mecanismo de construcción de la ideología es: cuando
una idea madre no satisface al otro, aquél que la está transmitiendo
incorpora otras ideas justificantes en el discurso para que su
interlocutor tome y adopte la idea madre, idea que no es tanta verdad
absoluta para él o ella que la está escuchando, y así con las ideas
justificantes como apoyatura de la idea madre no tan absoluta, se
compra el conjunto de ideas... ideologizadas.
Las ideologías, cuando no nos satisfacen plenamente,
cuando no nos llenan ni nos suenan como nuestra propia verdad o
nuestras propias formas de entender las cosas, buscan otros
elementos para consolidarse, para colectivizarse, y es allí donde
nace y se sustancia la política.
Política entonces es:
1- ideologías, más
2- otros elementos extraños al pensamiento -sumatoria
de ideas- que compulsiva o sutilmente ayudan a que la ideología se
establezca como cierta y verdadera en el colectivo social.
Pongamos un ejemplo:
Somos tres personas en un desierto, no tenemos agua y
tenemos mucha sed, no cabe duda que los tres tenemos la misma Idea: buscar
agua y saciar la sed. No existe conflicto en nuestra idea de base
-idea madre-. Es una idea clara, compartida, real e incuestionable:
necesitamos agua.
Surge en cada uno la idea dos: hacia dónde nos dirigimos
para conseguir agua. Comienza el proceso especulativo entre los tres para
ver quién plantea la mejor solución. Entonces, cada uno pone lo suyo para
adornar la idea común que los tres tenemos, este proceso de dialogar
para justificar hacia dónde ir excede la necesidad como tal que es
saciar la sed; así, mientras uno dice vamos hacia allí el otro trata de
convencer al resto de ir para el otro lado, hasta que tomamos una decisión.
La situación de tener una necesidad queda relegada
al segundo proceso, quién va a dar la mejor solución para resolver la falta
de agua y saciar nuestra necesidad.
El pensamiento, la palabra, asumen su dominio por sobre
la necesidad básica insatisfecha, que sin dudas es la idea madre y
que cada uno de los tres tenemos por convicción y por estado de
insatisfacción porque tenemos sed.
Los tres estamos de acuerdo: tenemos sed y queremos tomar
agua. En el segundo proceso, la palabra y la capacidad de cada uno de
nosotros de tratar de convencer al resto comienza a tener más importancia
que la sed misma y así, el más hábil, además de convencernos que si tenemos
sed, entonces tenemos que hacer lo que él dice porque es la mejor y hasta
casi la única forma de conseguir satisfacer la sed, etc.
Esto, entonces, es una idea madre más un montón de
ideas justificantes que son, juntas, lo que llamamos ideologías. Por
supuesto que es mucho más complejo que el ejemplo, pero creo que va al
punto.
El tercer paso es que cuando estas ideologías aún no
convencen a nadie, como para activarse y hacerse válidas, se utilizan otros
recursos ajenos al proceso de aceptación libre intelectual para llegar a la
activación deseada. La idea madre no activó, las ideologías -idea madre más
ideas justificantes- tampoco.
Así, la política comienza a trabajar y a hacer de las
suyas, prometiendo, mintiendo, negociando y mil cosas más para activar a la
gente en el sentido que al político le conviene.
En nuestro ejemplo, digamos, que el más fuerte dice: si
no me hacen caso les pego. El pegar no es parte del proceso
discursivo, es un hecho externo a la discusión y se impone por coacción,
pero vale para que se tome la decisión hacia el lado que el hombre fuerte
quiso que se tomara.
Y es así, como las ideologías y las políticas en estos
últimos siglos nos han enroscado la víbora para que dejemos de pensar
en lo primero y principal que son nuestras necesidades básicas
y primarias, para ir a pensar en una enorme cantidad de cosas que poco
tienen que ver con el estómago, el techo, la salud, la real y verdadera
educación, el trabajo honesto y dedicado, y tantas otras cosas que sentimos
y necesitamos y que son concretas y absolutamente imprescindibles de
satisfacer.
La ilusión nos invadió y todos respondimos, y aún
respondemos, al ilusionismo y lo peor de todo es que, por lo natural y
crédulo del ser humano, respondemos más que bien, hemos creado un mundo de
la ilusión del hombre, de millones y millones de personas;
hemos inventado, descubierto y desarrollado millones de utopías, que más que
utopías, hoy ya son desarrollos tan impresionantes que ni el más imaginativo
y delirante de los humanos podría haberlo pensado, y a su vez, por esta
forma de creer, nos hemos alejado de lo básico e imprescindible y nos
hemos alejado del valor ético humano y de la moral humana en las cosas de
todos los días.
La ilusión de ir en pos de la ilusión ha ocultado el
mundo real del vecino, del necesitado, y de la mayoría de aquellos que van
con cuerpo y alma detrás de la ilusión, abriéndonos caminos que jamás
pensamos posibles pero que no da respiro ni se para a observar lo que pasa
en la casa de al lado, lo que pasa con la realidad de la vida real,
aquella que necesita agua, comida, vivienda y trabajo, ni se para a sopesar
el drama de la falta en el otro, ni aún en uno mismo.
Ayer fueron las ideologías las que nos obnubilaron,
después fueron los movimientos políticos y social-políticos los que llenaron
nuestros ojos, mentes y discursos. Hoy es la alta tecnología y el acceso a
datos e información que la enorme mayoría busca, busca y busca, y que
almacena y almacena, y que cambia y cambia, a pesar que no les sirve para
mucho más que para seguir enganchados en la bola que nos tiran a diario y
que cada vez se viene haciendo con más fuerza, con más insistencia e
imposición.
Básicamente es un país que lanza al mundo infinitas
zanahorias para que cada cual corra detrás de la que más le gusta mientras
que por su lado, tranquilo, sereno, consciente de lo que hace, toma posesión
y dominio sobre todo lo que quiere para seguir creciendo a sus anchas.
Podemos asociar esta ilusión a algo que todos
vivimos de a millones de experiencias: un lugar precioso, maravilloso, lleno
de encanto, que exalta por sí solo nuestras más profundas pasiones, sentidos
y deseos, un lugar único al cual hemos accedido en un momento especial y muy
particular de nuestras vidas, y que estamos ahí viviéndolo,
sintiéndolo, gozándolo, ese lugar y ese momento que solo la vida nos da tal
vez como única vez en este especial ciclo existencial.... ¿y qué se ve y qué
se siente que pasa junto a uno? Cuando uno debería integrarse naturalmente
al espectáculo y ser parte de él, cuando uno debería tener la capacidad del
gozo con cuerpo y alma del momento y del lugar pasan personas con sus
cámaras de fotos, con su videocámaras, con sus maravillosos equipos,
charlando de lo que hicieron antes, hablando de lo que van a hacer después,
de repente exclaman ¡Oh! ¡Qué maravilloso! ... ¡ponete, ponete, parate ahí
que te saco una foto! Hacen click, dicen ¡qué buena!... siguen
conversando... y se van.
Estamos en la cultura del pasado con la cual queremos
retener y asegurarnos el futuro sin comprendernos ni un solo instante
en lo que nos pasa y en lo que pasa en el presente, en el aquí, en
el ahora, YA.
Estamos en la cultura de la ilusión, creyendo que
todo es mágico y alcanzable y que cualquier tipo de panacea que nos venden
nosotros la podemos comprar sin entender ni comprender ninguno de los
elementos de satisfacción cierta y personal, mucho menos social, que nos une
al ciclo de la vida concreta y real de tener una necesidad básica, buscar
cómo y con qué satisfacerla, hacerlo y después descansar en el logro de
haberlo conseguido. Simplemente nos dejamos llevar por el tengo hambre,
qué como, lo pago, lo engullo, eructo, y ya estoy satisfecho hasta que
vuelva a tener hambre otra vez.
Se ha perdido la cultura de la relación y de la
importancia de nosotros con nuestros propios procesos de vida.
En otro título se habla de la cultura actual como
la ContraCulturaS, este concepto de nuestra cultura actual atacando
al resto de las culturas con sus ilusiones y desarrollos de proporciones
catastróficas para las identidades y procesos existenciales para el resto de
los grupos humanos, nace en el descolocamiento de los mismos seres humanos
que hacen un culto de la nueva y única forma de existencia humana,
aquella que aparece y desaparece de la pantalla o que le da la potencia al
hombre de apagarla cuando se satura y le molesta, creyéndose con el poder
del mundo y con la fuerza de Hércules, porque cree así dominar sus propios
procesos de relación con el mundo ... y con "la vida" olvidándose, en
realidad, de sí mismo.
Esta es la consecuencia última, de haber también creído
que las ideologías, por las ideologías mismas, o que la política, por la
política misma nos iban a dar de comer, de vestir y de vivir. Jamás. Abra el
lector los ojos y mire a su alrededor.
Aún más, pensamos que una ideología nos iba a dar de
comer mejor que otra ideología, o que una política era mejor que otra
política para darnos de comer, todo es simplemente un engañapichanga
porque cuando uno tiene que hacer algo, lo hace y ya, no existe un discutir
de ideas ni de políticas, solo existe cómo hacer algo para
satisfacer una necesidad relegada, insatisfecha.
Una persona activa en lograr un determinado rendimiento o
conseguir hacer alguna cosa no piensa ni habla sobre cosa relacionadas a
ideologías, sino que busca método, técnica y forma para realizar lo
que necesita, busca acción, no discurso.
Solo la acción lleva a la realización, y la
realización lleva a la satisfacción de la necesidad insatisfecha y
una necesidad real, y no ilusoria, lleva a una acción contundente y efectiva
de valor agregado y potencia en donde se integra al individuo y se consigue
el resultado esperado.
La necesidad es la madre de la acción, la persona
comprende el valor de lo que necesita, conoce los recursos que tiene
disponibles y conoce sus propias capacidades, aplica el esfuerzo justo y
satisface su necesidad.
En este tipo de acción no hay clases sociales, no hay
niveles económicos, no existen inteligencias superiores, es el ser
humano con su necesidad, con su capacidad, con sus recursos y punto.
La riqueza de ese ser humano está en estar integra y totalmente
complementado a su necesidad y a cómo y qué elementos va a utilizar para
satisfacerla o satisfacerse.
Existen dos caminos para hacerse de cosas para satisfacer
las necesidades, ser rico y comprarse lo que uno necesita o ser pobre y
darse maña para conseguirlo. La diferencia entre uno y otro es que el
rico, por lo fácil que le resulta comprar lo que necesita, va olvidándose
de lo que realmente necesita y pierde la oportunidad de aprender del proceso
de buscar, organizar, realizar y satisfacerse.
El que tiene con qué comprar pasa de lo que necesita a lo
que quiere, de lo que quiere a lo que desea y con el tiempo, como le resulta
fácil comprar, sigue cayendo de lo que desea a lo que ni desea, ni quiere,
ni necesita, pero que porque otros lo tienen él o ella también lo quiere
tener, y así demuestra que puede, aquí el poder está relacionado a un simple
acto de adquisición y no al poder de la realización.
Las personas acumulan y siguen acumulando cosas que no
necesitan pero que quieren-desean-ni quieren-ni desean pero que
otros tienen y que él /ella también quiere tener.
Así, como se dice en otro título, no se construyó el
consumismo, ya que las personas y las sociedades tienen una cuota, casi
fija, de consumición, sino que se construyó el apropiacionismo
-o atesoramiento- de dineros pero en forma de cosas de mercaderías.
"Tesoros" que solo pueden utilizar o consumir de a uno a la vez o hasta que
su cuerpo le diga basta. Así de simple.
Pero el pobre, ¡ay! ser pobre es otro cantar, ser pobre
obliga a inventar, a descubrir, a mezclar elementos escasos, lleva a comer
lo que se tiene y a no comer nada porque no se tiene. Y este estado de
escasez es lo que hace rotar al mundo, lo que lo hizo crecer y
descubrirse, lo que lo hace ser abundante y mucho mejor. Es lo que
falta lo que motiva al hombre y a la mujer a activarse y a ocuparse en ser
mejores, a luchar por lo poco que tiene tratando de completar sus
necesidades y permanecer en el tiempo con sus necesidades satisfechas. Pero
éste NO es un estado inducido de falta como los sistemas actuales económicos
están haciendo con su acción centrífuga de exclusión e indigencia que solo
traen resentimiento y violencia generalizada, sino que es el estado de
acción que se produce cuando la persona se sabe en estado de
justicia y lucha naturalmente por tener más y por ser mejor.
En términos de desarrollo de elementos es el pobre
el que le pone el pulso todos los días a la vida y aunque sea el
rico el que va y gasta sus mangos en comprar esto y en comprar lo otro y
genera con su compra demanda que hace que la oferta se mueva y trate de
alcanzarla, en realidad, es el pobre y el no tan pobre, el que
llena los espacios verdaderos de necesidades insatisfechas con creatividad e
inventiva. Siempre con una satisfacción personal difícil de valorar y de
apreciar desde afuera, desde la posición de riqueza del rico, o del que
ya tiene para satisfacerse y no preocuparse en activarse porque simplemente
lo compra.
La ilusión de las ideologías llevó al estancamiento
de la acción para moverse en términos de realización concreta, libre,
natural; la ilusión de las políticas gestaron otro tanto mucho más
perjudicial y universalizado; y la ilusión de tenerlo todo, ó en su
caso la capacidad de poder pasar del mundo real -de difícil realización- al
mundo virtual -de realización inmediata pero ficticia por medio de la
computadora- ha gestado el último y más confortable chupete existencial y
electrónico para que el ser humano descanse en el sueño de la ilusión de
tenerlo todo olvidándose que cuando se despierte va a tener que
comer, que trabajar, que vestirse y que educarse como cualquier otro
semejante, y hasta morirse como bien muerto de verdad y real.
Tecnologías, sí, pero éstas no son las causas del
desempleo, computación, sí, pero tampoco éstas son las causas del desempleo,
es la miopía del ser humano olvidándose literalmente del sí mismo profundo y
de su semejante la que gesta el desempleo y la desocupación y subocupación.
El sujeto lo puede comprar, entonces, lo compra. El
desarrollo se puede comprar, entonces, se compra y ya. Pone a funcionar un
sistemita que le da plata para seguir comprando desarrollo, pero compra
un desarrollo que no es evolución humana personal ni social, sino que
es evolución tecnológica que está muy lejos del operador -está en las
mentes de los ingenieros, físicos y químicos que lo produjeron y que es tan
plana y vacía para la mayoría como el billete mismo al que le falta el
contenido de la satisfacción humana por estar ésta en el fondo de cada
persona que se realiza.
Es así como los bancos compran más y más tecnología y los
políticos y funcionarios públicos habilitan el desarrollo abriéndoles
las puertas de los países de par en par al desarrollo comprado
y todo este pseudo desarrollo impacta a las sociedades que los absorben
alejándolas de sus identidades y de sus reales marcos de
convivencia-necesidad-acción comunitaria-satisfacción plena, alienándolas,
haciendo que se olviden de sí mismas y de lo que realmente son: seres
humanos.
Satisfacción plena no es llenarse sino que es
sentirse plenamente satisfecho de alma y espíritu de haberlo logrado, y
es esta genuina satisfacción total la que hace que el hombre mire a
lontananza y exclame: gracias por darme la fuerza y la capacidad para
conseguirlo, y es éste el punto de la dimensión de Ser Humano completo y
reconocido por sí y por la sociedad que integra, el resto es pura vanidad,
ilusión y mentira.
Todos disfrutamos de un gol pero solo el atleta, después
de un esfuerzo de perfeccionamiento constante de toda la vida, siente la
satisfacción plena de haberlo realizado.
Debemos olvidarnos de las panaceas que la ilusión
política y que la ilusión ideológica nos plantea y entrar en el campo de
la realización simple, llana y comunitaria de las necesidades básicas
insatisfechas que hay que satisfacer en uno mismo, en la familia y en la
sociedad humana en su totalidad.
La ilusión política e ideológica ha creado con su
dualéctica la lucha por el derecho del hombre olvidándose que es hoy
cuando se tiene hambre. Los políticos y los hombres públicos luchan por
el derecho cuando deberían luchar por sembrar mejor, por cosechar mejor,
por dar créditos y facilidades para hacer mejor lo que llene las panzas
de miles de millones de niños y de sus padres que todavía no saben lo que es
comer todos los días. Y esto, con la potencia de producción de nuestra
dermis planetaria debería ser algo natural y abundante al extremo de
ser gratuito y libre para toda la humanidad, lejos del tema de
discusión política o de penetración ideológica al que hace siglos nos tienen
acostumbrados y saturados.
El abastecimiento utópico y el autoabastecimiento utópico
reordenan los elementos para que las necesidades básicas, en principio, sean
satisfechas de manera libre y gratuita.