El financismo califica la competencia como sana
para distraer la atención de su propio canibalismo, utiliza la inercia que
el capitalismo le dio para exasperar la avaricia, la codicia y la falta
absoluta de escrúpulos.
Debe dársele más sentido y presencia a la complementación
en la creación y en la producción en forma de contribución, de
reordenamiento de prioridades, de control y evaluación de las distintas
ofertas, de redistribución de la responsabilidad de producción y de
construcción de un balance cierto entre las dos puntas del mismo continuo
oferta-demanda hacia un mismo fin común como es cubrir las
necesidades básicas de la población mundial.
Satisfacción global pero desde la producción,
distribución y consumo de riquezas genuinas y no de caridad, desde la
entrega de recursos reales y no imaginarios y virtuales, y de rendimientos
distribuidos y redistribuidos entre todos y no de concentrados y excluidos
como pasa en la actualidad. El concepto de competencia es anacrónico y
perjudicial, cuando se alcanzaron los desarrollos actuales y cuando
faltan hasta "las faltas" más básicas e imprescindibles para existir.
La competencia, como todo otro valor, debe tener sus
puntos mínimos y máximos dentro de los cuales es cierta, válida y útil
pero que al traspasarlos se transforma en un elemento de potenciación
inversa y perjudicial para objetivos superiores a ella. La competencia es
una forma, es un medio, jamás puede llegar a ser un fin como lo es
actualmente, hay que retraerla para que todos puedan participar y existir
produciendo, creando, si no se la retrae cultural y económicamente la consecuencia
es antropofagia de los más fuertes sobre los más débiles: concentraciones
económicas, monopolios, pools, monopsonios, cartels y más concentraciones.
El ser humano se fija objetivos de satisfacción,
visualiza objetos de necesidad y se lanza a conseguir lo mejor. Pero se debe
comprender que existe un límite para la saciedad, existe un límite
por sobre el cual comienza el desperdicio y la in...utilidad.
Estos límites han sido traspasados en casi todas las áreas de las
realizaciones físicas que hemos desarrollado.
Literalmente se ha cubierto la cuota de la necesidad,
tanto en calidad como en cantidad necesaria y suficiente para la
satisfacción plena de todo El Gran Pueblo, pero aún falta
ajustar procesos de orden entre todos los elementos económicos que se
utilizan.
Tanto desarrollo desenfrenado -sin pautas organizativas,
sin límites ni controles, sin políticas públicas genuinas que tiendan al
bien común REAL- ha destrozado los límites de la sensatez y como
dijimos la necedad de parte de la humanidad ocupó el lugar de la necesidad
de la otra.
Este sentido de la competencia mal comprendida -sin
límites- y mal aplicada -gastando y despilfarrando recursos con un abuso
inaudito- le permite al Financismo sentarse a mirar el descuartizamiento
y canibalismo de todas las fuerzas de producción de bienes y servicios
que vienen siendo expulsadas por la fuerza centrífuga de un capitalismo
dominado y entrampado en los tentáculos del financismo.
Antiguamente, las vedette de las empresas eran los
ingenieros y los mecánicos, el gerente de producción y el gerente de
recursos humanos, el gerente de ventas y el gerente de proyectos; hoy,
existen otras actividades que requieren de la atención permanente de todo el
resto de la empresa: el trabajo del gerente financiero, del abogado que
aprovecha como actor principal la construcción de conflictos que el sistema
produce alrededor de la unidad de producción y también del contador que hace
malabares contables cocinando los números para que todo parezca lo
que no es en la realidad.
Cuando existía una intencionalidad cierta hacia la
producción efectiva, fuera del marco especulativo, la importancia relativa
de cada área era fundamental para la supervivencia del todo, hoy es el área
financiera la que importa en un porcentaje fuera de toda proporción, y el
resto que sobreviva, el resto que vaya haciendo la suya como pueda.
La empresa se ha transformado en un conjunto de kiosquitos que abren y
cierran sus puertas a voluntad y de acuerdo a cómo y con qué humor se
levantaron hoy.
Hoy, sobre la esclavitud literal de millones de personas,
el financismo consigue sus objetivos y desgaja capa por capa las entrañas de
la tierra.
Los manejos especulativos de fondos financieros para
seguir adelante produciendo y manteniendo empresas en el mercado, se han
transformado en condición sine qua non en la vida de las unidades de
producción de bienes y servicios. Así, el financismo distrae la atención del
mundo que produce efectivamente cosas útiles y necesarias para la
satisfacción de necesidades y consigue penetrar y asentarse en las
mismísimas mentes, cortando el nexo de equilibrio de la conciencia propia y
colectiva respecto a lo que es y no es importante y prioritario.
El financismo es una poderosa fuerza subyugadora del
resto, cobrándose en cuanta oportunidad tiene lo suyo y manteniendo,
a través de este concepto de competencia como vehículo de la realización de
la bonanza del dorado humano, su supremacía descansada, estéril e inútil
por sobre el trabajo del ser humano y las riquezas de la tierra que se
pelean, luchan y descuartizan a diario para sobrevivir.
Debemos integrarnos en la complementación, y aprender y
saber cuándo la competencia se transforma en perjuicio del desarrollo y de
la potencia humana y de toda su laboriosidad, dignidad y decencia.