Cuenta la leyenda que cuando el sabio le resolvió el
problema de aburrimiento al rey inventando el ajedrez éste le preguntó,
maravillado y ya entretenido, que quería el sabio a cambio de tan
extraordinario juego y el muy inteligente genio le respondió: "Su majestad
tan solo quiero, humildemente, que me paguéis con dos granos de
trigo multiplicados por sí mismos casillero por casillero". Todo el
mundo en la corte se sorprendió y exclamaron "- ¡Tan solo dos granos de
trigo!" pero cuando los encargados de los graneros reales comenzaron a
multiplicar dos por dos, cuatro por cuatro, y así sucesivamente, se dieron
cuenta que el rey debería pagar, si continuaban multiplicando, las cosechas
de varios evos del reino, tal vez: por siempre jamás. Al enterarse de
esto, el rey lo mandó matar.
Así es como el genio, por querer pasarse de listo, perdió
su vida.
Siempre dije que entre la genialidad y la estupidez
existe solo un instante, solo un desliz. Los seres humanos nos
movemos muy al filo de semejantes momentos, a veces geniales, a veces
estúpidos y lo peor del caso es que a lo largo de estos últimos siglos y a
pesar de haber gestado las más impresionantes genialidades jamás pensadas
hemos, por otro lado, generado las estupideces jamás imaginadas en
"mentes sanas, claras y sabias".
Hemos, sin querer queriendo, caído en la
estupidez del sabio y el beneficio del financismo por habernos embaucado
debe ser su muerte.
Después un renacer subordinado al capital de trabajo
creativo y productivo.
El financismo como orden explotador y falso de producidos
puede morir de muerte irremediable para que surja un orden financiero sano,
productivo y compañero de todo el desarrollo humano a un nuevo mundo de todo
y para todos.
Existen dos tipos de tiempos mensurables: el real y
sensible y el idealizado y racional, como lo expuse en otro título, y como
entonces, vuelvo a proclamar que "debemos deshacernos de la hipoteca
que sobre nosotros, y en todas las áreas y relaciones, está produciendo el
financismo sobre todo y todos los que sanamente producen bienes y servicios
en bien de la humanidad.
Definitivamente en un tiempo que es YA el Soberano
del Mundo, el ser humano de trabajo y esfuerzo debe sacarse el velo
que le cubre su inteligencia y destrozar el yugo del financismo que no es
nada más y nada menos que "la genialidad del usurero" puesta
al servicio de la codicia, de la avaricia y de la sin razón existencial en
sus mil expresiones distintas.
La caída del genio a manos del Soberano fue, y hoy vuelve
a ser, la consecuencia natural de una ley fundamental: la ley del
equilibrio.
Todo lo antinatural solo lleva a la destrucción de
elementos y de relaciones naturales, por el conflicto que implica y por la
irracionalidad y el ímpetu que el ser humano aplica e impone sobre un medio
que es fuerte y rico pero que no puede defenderse de la mano del hombre;
pero con el tiempo el orden superior natural vuelve los elementos a su
justo balance, tal vez sin lo que ha destruido lo antinatural pero
gestando, con cualquier otro medio o razón, la antropofagia del sistema
antinatural que se había impuesto como coronando un ciclo.
El financismo nos ha hipotecado con sus "dos granos de
trigo" es hora que comprendamos esto y salvemos al capitalismo de
trabajo y producción, y con ello a toda la humanidad, del yugo de semejante
estupidez y viveza malhabida.