Hablamos de la semilla de la tierra y de
la genialidad del ser humano como las bases originales y
primigenias de las riquezas de este mundo.
Dijimos que es en la superficie de nuestra tierra en
donde se reproduce infinitamente la abundancia para la humanidad ¿entonces?
¿por qué le sigue faltando tanto a tantos seres humanos?
¿En dónde está la falla? Si hubo tanto desarrollo y tan
bueno por qué no se pudo resolver el problema de la humanidad, el básico, la
simple subsistencia de todos.
Es fácil responderse estas preguntas: porque el ser
humano comenzó a desviar la vista, dejó de observar, de visualizar, de ver
hacia el lado y hacia las cosas importantes que tenía que ver. El ser
humano dejó que fueran los espejos de las pasiones, de la codicia, de la
acumulación fácil y fundamentalmente de los miedos a que le falte
lo que lo desvió. Así poco a poco dejó de ver a su semejante, al que es de
sí mismo y de lo mismo y hasta dejó de verse también a sí mismo.
¿Dejamos todo tal cual esta ahora o avanzamos sobre el
qué queremos que sea o sobre el qué debería ser? Esta es una
pregunta que cada uno de nosotros debe responderse a sí mismo/a.
Aprender a vernos en sociedad o seguir con la mezquina
constitución del yo solo, del yo único, del yo siempre y ante cualquiera y
contra cualquier cosa.
Suena al self-made-man pero completamente solo y
abandonado como ha llegado a estar hoy ¿no?
Otro punto es el de seguir readaptando las cosas o
adaptarnos a ellas, seguir imponiéndonos sobre la cosa o dejarnos arrastrar
por lo que la cosa es y desaparecer dentro de ella.
Debemos producir un nosotros para redescubrirnos y así
comenzar a vivir la adaptación a nuevos paisajes que nos incluyan. Debemos
activarnos puliendo nuevos perfiles humanos de cada uno de nosotros, de
nuestros perfiles más humanos.
Inagotables e ilimitados recursos están al alcance de
nuestra mano: son parte de la misma consumición de todos los días. Inclusive
el fruto consumido viene con "una bolsita de reposición". ¿Por
qué, como sociedad humana, no lo vemos?
El durazno viene con su carozo y nos dice: ¡che...
sembrame, y si te gusté cuidame, si te fui útil y fácil de conseguir,
cuidame!
¡Es tan difícil ver y escuchar el mensaje que nos grita
el carozo una vez que comimos su fruto! Pero nos preocupamos en tener dinero
en el bolsillo para ir la próxima vez "al supermercado" para comprar "otro
durazno", y esto lo hacen ya casi todos los hombres de campo. ¿Qué nos pasó?
La ciencia hoy produce "duraznos sin carozos" y semillas
sin el germen de la fertilidad. ¿? ¡! ¿Para qué? Para seguir esclavizando a
cuantas más sociedades mejor.
Hay casos como la Argentina que se hundió desde su propia
cultura donde hasta el más pobre de sus chacareros piensa en "pasar por
el súper".
Se pasó de la atención y ocupación de la tierra, todo
generosa, a la esclavitud del dinero y de todo lo que implica en la cadena
de especulaciones y de pasiones humanas puestas en él.
¿De qué están hechos los ladrillos? ¿de qué están hechos
los medicamentos naturales que durante toda la historia de la humanidad la
ha curado? ¿cuánto esfuerzo y cómo interviene el ser humano cuando la vaca
tiene un ternero? ¡Es posible que no veamos en dónde realmente está la
riqueza!
¡Nosotros los argentinos! "El granero del mundo"
que exporta todo lo suyo como bien lo dice la misma palabra "commodities"
para otros mientras la sociedad se muere de hambre delante de nuestras
propias narices generando náuseas y rechazos en muchos de los que miran la
indigencia sin realmente querer verla para no molestarse en cambiar.
En suma, es solo "cambiar el registro
interno" aprendiendo a ver lo importante del otro y de su supervivencia.
Este es el punto de arranque para que todos los recursos habidos y por haber
de la actividad del ser humano se transformen en inagotables y en
naturalmente reproducibles in eternum.
Debemos cuidarlos para que se multipliquen ad infinitum
enfocándonos en una economía de superficie hasta que la humanidad TODA esté
satisfecha y bien alimentada.