El Soberano es el que debe construir la economía. Son las
sociedades las que deben dictar sus pareceres y necesidades a la economía y
es ésta la que debe cumplir con esas imposiciones, necesidades y
puntos de vista. Siempre pensando que economía es una forma de pensar,
de ordenar y de estructurar la relación de acción creativo-productiva de las
personas en conjunción con el medio ambiente que las cobija y comparten.
No es, entonces, el pensamiento antes que el ser
que piensa sino que es el pensador y... su pensamiento.
Si aceptamos que es la sociedad la que impone el
pensamiento económico ya damos un primer paso hacia una equidad en
las relaciones económicas de las que todos participamos. De ahí en más son
valores y principios éticos y morales, ya que consideramos que somos los
receptáculos únicos de todos ellos, en donde las instituciones
idealizadas quedan excluidas y pasan a ser los procedimientos y
capacidades de actitudes, conductas y habilidades humanas el resto de las
equidades sociales que deben ser incluidas en la economía para hacerla
ecuánime a todos.
Somos semejantes, no somos iguales. Somos
únicos, pero no somos solos. Somos creativos, pero no
somos exclusivos. Somos mejo-res, pero no somos absolutos.
Somos imprescindibles e insustituibles, pero de ninguna manera
somos excluyentes ni irremplazables. Somos necesarios e invaluables,
pero jamás vamos a ser eternos ni cualificables.
Así, toda una gama de atributos y calidades que nos hacen
ser individualmente pero en sociedad con otros, siempre fue así y siempre
será así, pero lo que hay que ajustar y corregir son los cómo fluyen
nuestros aportes individuales y sociales creativos y productivos
hacia otros semejantes y cuáles son a la vez sus propios esfuerzos y aportes
para existir beneficios para cada uno de los otros.
Cómo fluyen los rendimientos de la tierra hacia las
comunidades que la habitan, naturalmente propietarias ipso facto e
ipso jure de las mismas -que es lo que debería ser- hacia la distribución y
entrega de esos producidos hacia otros semejantes que las necesitan.
Somos semejantes pero distintos en capacidades, en
condiciones, en potencia de esfuerzos y de proyecciones. Somos, cada
uno, lo que podemos y queremos ser y debemos respetar esas voluntades
existenciales que cada uno tiene y que van cambiando a lo largo de la
vida, y para ello debemos construir y tener sistemas de relación
socio-económica que se amolden a esos libres albedríos y voluntades de cada
individuo en particular, individuo que es el germen, la semilla y el
poder de la realización económica, insustituible.
Vivimos en un mundo convulsionado por los cambios de
roles, por la falta de capacidad social de interpretar a cada persona en
particular y con una cultura que impone coercitivamente un patrón de vida
que excluye y serviliza a una enorme cantidad de sus individuos. Esto
debe cambiar.
Es el individuo el que debe imponer sus calidades, sus
tiempos, sus necesidades, sus descansos, sus entregas, y los sistemas socio-econó-micos
deben ajustarse y traducirse a esos vaivenes del ser individual, sean
cuales fueran y sean lo que sea. Otra ecuanimidad es la de ampliar
atomizando los espacios de actividad y de estudio de las sociedades. En el
último siglo y medio ganaron los sistemas de universalización
encajonada de las sociedades, se plantearon sistemas colectivos y la cultura
se encargó de encajonarnos a todos dentro de ellos; en realidad fue
fácil, a garrote limpio, a exclusión forzada, a amansadora mediática y a
cualquier otro elemento que ayudara a encajonarnos como ganado
dentro de los "sistemas ideales" la humanidad hoy está encerrada sin
rumbo ni articulación posible, sin alternativa para salirse de esos
encerramientos en los que se la esclaviza y humilla a diario, de por vida y
ya van generaciones. Es muy visible esta situación en la reificación que la
población hace de las instituciones, en la incapacidad de avanzar libremente
sobre nuevas formas de institucionalizarse -presentado en el título
ocuparse, des..ocuparse, etc.-, y también en que muchos de los individuos
"solos" no saben cómo arrancar y quedan totalmente inhibidos ante la falta
de entorno institucionalizado que los impulse y contenga.
Por lo dicho, entonces, el foco de cualquier cambio
ES el individuo, la expansión de éste es la institución
cambiante y ajustada a la necesidad humana y sus cambios y
satisfacciones y el encuadre de todo es la construcción de disciplinas
sociales que sinteticen estas posibilidades para cumplir con los cambios
necesarios para modificar paisajes individuales y sociales en las relaciones
con las actividades económicas de todos.
Por supuesto que estas pocas líneas y pensamientos son
solo un arranque tibio, ya que es la sociedad humana y su devenir
histórico la que va a permitir, con mayor o menor participación en los
procesos de cambio, imponerse a la catástrofe actual e impulsar los perfiles
que se necesitan para ajustar sistemas a necesidades y
sistemas a satisfacción plena de esas necesidades que son
irrisoriamente descuidadas si pensamos que el ser humano tiene y siempre
tuvo la consciencia, la inteligencia y la capacidad para resolver sus
propias cosas existenciales y evolucionar.