Una de las diferencias entre la cultura occidental y la
oriental es que mientras la primera construye y da valor a lo oculto y a lo
desconocido tratando de justificarlo -las religiones en principio-, para
lanzarse de lleno, recién hace unos siglos, a la investigación científica
para descubrir y conocer la naturaleza por medio de la razón y la
imaginación investigativa -cogito ergo sum-, en la cultura oriental
todo nace desde la percepción del mundo real y de las experiencias fácticas
y se construye la cultura desde el sentido común y desde la comprensión
visible y sentida de las cosas tal cuales se presentan y son desde lo
concreto y real.
Desde este tipo de actitud y con la presión y síntesis
del pensamiento que hizo Descartes -pienso luego existo- el mundo
occidental se lanzó a descubrir lo profundo, lo insondable y le dio
valor. A cuanta más profundidad se llegaba más valor tenía, cuanto más
difícil era su descubrimiento más valor y precio se le establecía. Y así
nació una economía de profundidad en donde todo lo de valor
estaba bien oculto y a donde solo algunos privilegiados podrían llegar,
extraer y poseer.
El oro, los diamantes, el petróleo, los minerales, son
ejemplos de las riquezas ocultas que occidente, primordialmente, se
ocupó de explotar y sobre los que construyó sus valores y dinámicas
económicas básicas. Todos elementos agotables, todos "escasos" por sus
mismas esencias y composiciones.
Esta es la lucha entre países por las partes del queso
que no se va a reponer una vez que saquen esas riquezas que unos roban
construyendo guerras y otros por medio de artilugios jurídicos, astucias
comerciales o presiones financieras -ejemplo: construcción ficticia de
deudas extranjeras para después negociar tierras, producidos agropecuarios,
etc.-.
La dermis del planeta es tan rica y sabia que todo
lo que está sobre ella se reproduce, cambia, se ajusta, muta y se adapta a
sus propias condiciones y a las condiciones del resto de los seres a los que
cobija.
Sobre esa dermis los seres vivos se multiplican, se
autoabastecen, se mezclan y conviven y se sirven unos a otros para seguir
existiendo en armonía y equilibrio planetario.
Esa multiplicación tiene sus propios tiempos, sus propios
rendimientos, sus propios números especiales de relación entre unos y otros
y tiene, en algunos casos, potencialidades infinitas de reproducción
¿por qué el ser humano no le dio la importancia que tiene y la cuida como la
base de su propia existencia y su riqueza existencial?
Si es tan fácil verlos nacer, crecer, multiplicarse y
llenar la tierra, los mares, el planeta todo ¿qué pasó y qué pasa con los
hombres y las mujeres que crearon el actual sistema económico de explotación
intensiva, de inversión de capitales financieros intensivos, de aplicación
de esfuerzos -que más que esfuerzos son sacrificios- en áreas de magros
rendimientos en donde para que florezcan sus producidos se necesita
explotar, succionar, taladrar y drenar recursos físicos que llegan al punto
de la alienación y de la muerte de centenares de personas?
Además de una economía social, necesitamos enseñarnos a
ver y a darle el real peso específico que tiene lo que es evidente de las
riquezas que se pueden obtener sin siquiera esforzarnos para conseguirlas
y cómo hacer para distribuirlas y compartirlas entre todos.
Debemos educarnos en dejar de lado fantasías de riquezas
cuyos rendimientos son sacrificios de exterminio de la raza humana, de seres
y de paisajes que quedan destrozados una vez que pasó la excavadora
rasguñando sus superficies hasta encontrarle el hueso en sus entrañas, para
taladrarlo también.
Cuando la minería ataca, destroza y corrompe me imagino a
una madre embarazada siendo picaneada, siendo inyectada, siendo perforada
con taladro en distintas partes del cuerpo sin que a nadie le importe que es
mujer y que lleva una nueva vida dentro de sí.
Duele pensar que hay geólogos que estudian para romper y
despedazar la misma tierra que ellos deberían honrar, venerar y cuidar;
duele pensar que hay ingenieros, que podrían hacer mejor y construir mejor,
pero que solo se ocupan de desarrollar procesos de destrucción y muerte de
todo lo que encuentran a su lado, y duelen muchas cosas más que vemos y
conocemos de lo que está pasando.
Es tiempo, YA, de concluir con semejante estupidez y
destrozo, es tiempo de que seamos humanos con todo, y por supuesto con
todos, porque da vergüenza ajena seguir existiendo de la manera que lo
estamos haciendo y humilla vernos violentar y agredir todo lo que tocamos
para conseguir salirnos con la nuestra, yendo en pos de fantasías de
desarrollo a las que se le pone un precio para incrementar los fondos
financieros depositados en los bancos o los valores de las acciones en las
bolsas de valores.
Destrozar la dermis planetaria magnífica, brillante y
bondadosa para teñirla y violentarla con la muerte, la explotación y el robo
sistemático y vergonzoso de cientos de procesos destructivos e irreparables
es un crimen y un suicidio a la propia humanidad, y humanidad somos
nosotros, vos y yo, él y ella, y cada persona que se ve a diario.
Si terminamos con la economía de profundidad, tanto en
las tierras, como en los cielos y como en los mares, la misma decisión de
hacerlo nos va a llevar naturalmente y hasta mágicamente a imaginar y
a construir nuevas economías de superficie difícilmente posibles de
visualizar íntegramente en sus nuevas formas desde el ahora.
La genialidad humana es tan grande y la naturaleza tan
maravillosa que una conjunción sana entre ambas puede producir el paraíso
que hemos alejado hace tantos siglos de nuestra vida en relación.
Economía de superficie no es solo éste término,
ya que van a surgir nuevas formas de nombrarlas con el correr de la historia
y de una sana simbiosis de complementación en su utilización.
Creo que la topografía de superficie es
mucho más que solo esta generalización y que podríamos incorporar
pensamiento económico a superficies planas, a superficies líquidas, a
superficies en movimiento, a superficies de evolución lenta como a
superficies de alta rotación. Es solo cuestión de conversar y ver con
ojo de relación sana y protectora cómo vamos a producir esa
simbiosis para que una nueva producción humana comience a despuntar.