El ser humano No Debe Trabajar, así en
mayúsculas, le guste a quién le guste o digan lo que digan. Estoy total y
absolutamente asumido y convencido.
Las personas deben activarse naturalmente en todo,
forzosamente en nada. Esta activación lleva a la creación, a la
producción, a la observación, a la contemplación, etc., y todas deben ser
consecuencia de estados naturales de acción de cada persona.
La humanidad es un agregado de individualidades, esto es
así y jamás va a ser distinto, y es este individuo, más otro individuo,
más otro individuo el que, todos sumados, nos establecen en un devenir
común existencial e histórico humano.
Son pequeñas sumas de agregados humanos con sus propias
particularidades, con sus propias intenciones y necesidades, y con infinitas
otras expresiones más que nos constituyen en el agregado mayor, la
humanidad, en el propio devenir existencial de todos. Así hay que aceptarlo
y llevarlo adelante, pero no forzarlo. Así hay que guiarlo e inducirlo, pero
no establecerlo e imponerlo. No debe haber omnipo-tencia ni debe haber
omnisciencia, todos debemos observarnos y acompañarnos en lo que cada uno
descubre de sí mismo/a para integrarse naturalmente al sujeto social.
El tiempo de educarnos como ganado tiene que terminar, el
tiempo de amaestrarnos está perimido, somos uno más uno más uno, y no
podemos ser dos. Ya bastante hemos construido culturas del amansamiento,
culturas y civilizaciones de la remisión del ser individual tratando de
construir sujetos idénticos a otros cuando ni siquiera son capaces de
reconocerse a sí mismos.
Así que lo primero, primero: hay que volver a
identificarse y a asumirse en uno mismo, después veremos.
Ya, por suerte, muchos de los nuevos humanos de estas
generaciones vienen a esta vida entendiéndolo. Hay que seguirlos.
Los miedos a la evolución de la humanidad por ir
en pos de los cambios que necesita, hay que tirarlos en el tacho de la
ignorancia y las intelectualizaciones que inhiben las libertades y las
independencias absolutas y que se resguardan en llamarlas libertinajes y
producen, para seguir miedosos, apabullamientos de los derechos de otros.
Hay que aceptar que se ha construido una historia humana
desde el miedo, desde la violencia, desde la represión, desde la ignorancia
y desde lo oculto de los cucos de algunos enfermos o reprimidos de conciencias
primitivas, pero que estos desvalores no son la expresión de
la raza humana, degradémosla, ni siquiera de la especie
humana.
En estas diferencias de observación de lo que uno es o
deja de ser desde lo individual y en lo social es en donde encontrar
la medida justa entre el esfuerzo y el sacrificio.
Esfuerzo es acción volitiva e intencional para realizar
la necesidad concreta o abstracta que vibra en las tripas al momento
de activarse, y si nada le vibra pues no hay activación: hay contemplación,
que seguramente es lo que la persona necesita en ese preciso y exacto
momento.
Dejar Ser y Dejar Estar, esta es la cuestión.
Acompañando.
Ahora, cómo construimos una economía que todo lo abarque
y que a todos nos abarque en un estado de identificación puntual existencial
como el que estamos presentando, ésta es otra de las cuestiones, pero es
posterior.
Mientras vamos diseñando y presentando nuevas formas y
proyectos para construir nuevos sistemas de convivencia, cada uno de
nosotros debe comenzar a sentir y a comprender qué estados son de esfuerzo y
cuáles son de sacrificios.
En su momento hablamos de que esfuerzos son entregas
naturales de las personas, mientras que sacrificios son esfuerzos que además
le sacan a uno otras cosas de lo propio o que importan rendimientos o
capitales de otras partes para producir nuevos resultados, en donde, en
la mayoría de los casos, y en los cálculos que hace la economía actual, los
valores de las importaciones -sacrificios- no se tienen en cuenta
produciendo así riquezas que no son tales y beneficios que no son tales.
Sensemos en nosotros mismos qué son esfuerzos y sensemos
qué acciones y qué estados de relación son sacrificios para suprimirlos.
Este es otro punto importante en donde debe ganar
el eficientismo social.
En la relación con el otro debemos acompañarlo, guiarlo,
seguirlo y orientarlo, en especial en aquellos seres humanos que están dando
sus primeros pasos en esta existencia. Se deben acabar los sistemas
represivos y compulsivos generando formas de integración y de participación
horizontal para el desarrollo de cada uno. Todos deberíamos producir
esfuerzos que nos lleven hacia la satisfacción de nuestras necesidades y de
nuestras inquietudes, esfuerzos que surjan de manera natural y espontánea.
Si esas acciones son de largo alcance y de tiempos prolongados están bien,
si son de impulsos cortos y esporádicos también. El ser debe buscar su punto
justo y nacer a la responsabilidad de su existencia desde su propio adentro
y no desde una imposición exterior, de nada y de nadie. Así la consciencia
va a ir ubicando al ser en donde corresponde, sin presiones, sin
restricciones, sin fuerza.
No hablo de ser débiles sino sutiles en
todo tipo de haceres, de estar percatados ante cualquier tipo de acción -del
pensamiento, de la palabra o del físico- dejándonos fluir con el devenir de
cada momento, de cada circunstancia. Este es el nuevo hombre y la nueva
mujer que conscientes de su poder interior van a actuar en una economía de
nuevos parámetros de relación humana y física.
Tal vez sea difícil de explicar en palabras, pero la
economía y la acción de la humanidad debe ser un fluir hacia donde esta
humanidad siente que debe ir, y no un permanente camino que termina con
muros infranqueables o que obligan hacia dónde ir forzando a las personas a
asumir actividades impuestas y a sacrificar posiciones personales porque así
las obligan a que sean.
Esfuerzos sí, sacrificios, salvo muy necesarios e
imperativos, no.
Repetimos ambos conceptos porque son fundamentales.